Reducir el estigma del VIH en la oficina puede aumentar la eficacia laboral
La posibilidad de que surjan estigmas contra determinadas personas en la oficina aumenta con la creciente diversidad entre los empleados. Superarlos requiere de un lugar de trabajo solidario e involucrado.
Una investigación realizada por un equipo en el que participaba la profesora de Esade Anna Carmella Ocampo ha revelado que el estigma que rodea al virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en el lugar de trabajo puede influir negativamente en la eficacia de los trabajadores.
Los hallazgos, publicados en el Journal of Applied Pshychology, sugieren que las personas con VIH dependen de sus fortalezas individuales, como tener una alta autoestima o salud y vitalidad en general, para evitar que el estigma del VIH comprometa aún más su capacidad para trabajar.
Ocampo señaló que desarrollar las fortalezas individuales de un colectivo ya vulnerable requiere un entorno de trabajo comprometido y dispuesto a apoyar a la persona afectada.
Los resultados, según Ocampo y los coautores Yueyang Chen, Simon Lloyd D. Restubog, Lu Wang y Anthony Decoste, tienen implicaciones importantes para las organizaciones que están desarrollando sus políticas de diversidad, equidad e inclusión.
Abordar el estigma
La estigmatización es un proceso que aliena a las personas por poseer determinadas características. Los empleados con VIH suelen ser estigmatizados porque en general se les percibe como sucios, inmorales e irresponsables.
La creciente diversidad de la fuerza laboral viene acompañada de mayores posibilidades de que se desarrollen estigmas contra el amplio abanico de características que pueden presentar los empleados.
Ocampo señala que “el estigma social que rodea al VIH contribuye a crear estereotipos negativos y una exclusión estructural de los empleados que viven con el VIH, a pesar de los esfuerzos para mejorar el acceso a asistencia médica y a una protección legal frente a la discriminación en el lugar de trabajo”.
Existen medidas que pueden combatir el estigma y crear un ambiente adecuado para mantener un empleo activo y significativo
Actualmente, hay cerca de 40 millones de personas con VIH en todo el mundo, el 70% de los cuales son adultos en edad de trabajar. El coste económico del VIH para los empleadores en Estados Unidos es de 618.000 dólares en pérdida de productividad durante la vida de un empleado afectado.
Al conceptualizar el estigma del VIH como un problema en el lugar de trabajo, los investigadores tienen como objetivo informar a los directivos y a los expertos en políticas para que apliquen medidas que ayuden a combatir el estigma y crear un ambiente adecuado para mantener un empleo activo y significativo.
Cómo se filtra el estigma del VIH en el entorno laboral
Usando una muestra de 225 trabajadores con VIH, el equipo de investigadores examinó si el estigma puede impedir dos dimensiones clave de la efectividad en el trabajo, y también cómo y cuándo puede impedirlas: el desempeño laboral y el comportamiento organizacional ciudadano (es decir, la disposición de los empleados a ofrecer ayuda a sus colegas y al entorno de trabajo).
A lo largo de tres periodos de análisis, los empleados con VIH evaluaron sus experiencias con el estigma, el miedo, la vergüenza y la eficacia laboral. Y, en efecto, los investigadores se toparon con que un estigma elevado del VIH se tradujo en un aumento del miedo y la vergüenza, lo que redujo su capacidad para trabajar de manera eficaz.
El miedo y la vergüenza provocados por ser seropositivo generan comportamientos derrotistas y evitativos
Según Ocampo, el estigma socava la eficacia profesional de los empleados con VIH porque experimentan, frecuentemente y de forma intensa, miedo (“Me siento asustado debido a mi enfermedad”) y vergüenza (“Debido a mi enfermedad, me siento inútil”).
Con el tiempo, el miedo y la vergüenza provocados por ser seropositivo generan comportamientos derrotistas y evitativos en el trabajo. Esto puede comprometer la capacidad de los empleados para desarrollar sus funciones profesionales y para ayudar a sus compañeros.
Unos niveles altos de vergüenza se tradujeron en una disminución en el desempeño laboral y niveles más bajos de comportamiento de ciudadanía organizacional. Así, el estudio concluye que el estigma relacionado con el VIH incrementa la vergüenza y reduce la efectividad laboral como resultado de una autocrítica debilitadora.
Impulsar la capacidad de superación
Según los hallazgos del estudio, los empleados estigmatizados pueden superar las consecuencias negativas asociadas a su estatus de seropositivos. Los autores testaron una característica fisiológica y otras psicológicas que podrían mejorar potencialmente la experiencia con el estigma VIH del empleado.
Específicamente, el papel moderador de los factores fisiológicos en la eficacia profesional se obtuvo midiendo los niveles de recuento de las células CD4, el indicador biológico de la gravedad del VIH. Niveles bajos en el recuento de las células CD4 indican un nivel de infección más severo. Por otro lado, también midieron las características psicológicas de los empleados usando autoevaluaciones (CSE por el inglés core self-evaluation), que aportan informació sobre las opiniones que tienen las personas sobre sí mismas.
Las personas que tienen una inmunodeficiencia grave debida a una cantidad baja de CD4, experimentan una disminución de la capacidad física, lo que puede limitar su capacidad para participar plenamente en las prácticas laborales. Esta incapacidad para cumplir completamente con las tareas que se esperan de ellos, como por ejemplo trabajar muchas horas o desempeñar funciones físicamente exigentes, agrava los sentimientos de vergüenza y recorta aún más su eficacia profesional.
Implicaciones en el lugar de trabajo
“Nuestro estudio demuestra que las personas que viven con VIH y tienen un bajo nivel de recuento de células CD4 tienen más probabilidades de sufrir una pérdida de rendimiento derivada del estigma, debido a su insuficiente energía física para realizar un trabajo continuado”, afirman los autores de la investigación.
Los resultados también confirman la hipótesis de que las personas con niveles negativos de autoevaluación (CSE) son menos capaces de sobreponerse a las percepciones negativas sobre su condición, incrementando sus niveles de vergüenza y, a la larga, reduciendo su habilidad para participar de forma eficaz en el trabajo.
Los trabajadores con un CSE alto suelen mostrarse con más confianza en sí mismos, con más control sobre su vida, más estables emocionalmente y más eficaces. Aquellos con una bajo CSE tienen más tendencia a ser tímidos e inseguros.
Las empresas deberían incluir planes de trabajo flexible para que los empleados seropositivos tengan tiempo de atender sus necesidades médicas
“Las personas que viven con VIH que tienen un CSE bajo pueden sentir que carecen de eficacia para protegerse contra posibles amenazas”, explican los autores. “Por el contrario, las personas con una alto CSE tienden a formarse valoraciones más positivas sobre sí mismos, lo que les permite tener confianza y sentir que tienen bajo control las intimidaciones asociadas a ser seropositivo”.
La investigación apunta que, si bien los individuos con un alto CSE reconocen el peligro creado por el estigma del VIH, están más preparados para sobrellevar e incluso superar el miedo que provocan las amenazas relacionadas con el estigma. Aquellos con una bajo CSE muestran niveles de vergüenza crónica acrecentados por procesos negativos de autoevaluación.
Actuaciones clave
Estos hallazgos corroboran investigaciones anteriores que indicaban que las condiciones personales hacen variar el impacto del estigma en las personas que forman parte de un mismo grupo estigmatizado. Para ayudar a contrarrestar el daño interno asociado con la autoevaluación negativa, los investigadores han esbozado acciones clave que deben adoptar las empresas y los entornos de trabajo.
Las iniciativas de formación en diversidad deberían incluir una formación para sensibilizar a todos los miembros del equipo sobre los problemas a los que se enfrentan sus compañeros con VIH. A nivel individual, deberían implementarse el acompañamiento de las personas afectadas y la realización de sesiones formales que les ayuden a impulsar su autovaloración.
Las iniciativas de formación en diversidad deberían sensibilizar al equipo sobre los problemas de sus compañeros con VIH
Los directivos y empresarios deberían también incluir planes de trabajo flexible para que los empleados seropositivos tengan tiempo libre para atender sus necesidades médicas, especialmente durante las fases más críticas de tratamiento.
Según concluyen los autores, “medidas como estas pueden ayudar a las personas con VIH a sentirse protegidas de amenazas tanto internas como externas, a trabajar para reducir la vergüenza y a combatir el estigma del VIH”.
Profesora adjunta en el Departamento de Dirección de Personas y Organización
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