Blue Monday: ¿el día más deprimente del año?

Es un mito, pero nos urge hablar de la salud mental más que nunca

Eva Jané-Llopis

El tercer lunes de enero es el llamado Blue Monday, eso es, el “día más deprimente del año”. Pero, ¡atención! No existe ninguna evidencia científica que lo avale. Algunos incluso lo han tildado de “estúpida pseudociencia” [1].

El término fue acuñado por el psicólogo Dr. Arnall en 2005, que recibió el encargo de una agencia de viajes de diseñar una fórmula para determinar cuál era el día más triste del año con el fin de lanzar una campaña publicitaria para vender vacaciones. Pese a la total falta de evidencia detrás de la fórmula matemática y al marcado escepticismo de la comunidad científica, el Blue Monday acabó despegando y desde entonces se celebra año tras año. Incluso ha llevado al Dr. Arnall a disculparse por sugerir que la depresión es “cuestión de un día” [2].

Más allá de comercializar un día como el más triste del año, el mes de enero, en el hemisferio norte, también es conocido por el “January Blues”: un estado de ánimo bajo y desinflado debido a los días fríos, oscuros y tristes de después de las Navidades y al “retorno a la normalidad” tras el animado período festivo. Cuando los síntomas son severos, esta tristeza puede llegar a convertirse en un trastorno afectivo estacional o depresión de invierno asociado a la falta de luz.

Pese a la total falta de evidencia y al marcado escepticismo de la comunidad científica, el Blue Monday acabó despegando y se celebra año tras año

Estrenamos año aún rodeados por la pandemia y esta semana volveremos a leer sobre el Blue Monday y la tristeza de invierno en las redes sociales. Y puede ser que, esta vez con razón, este enero nos sintamos más tristes que ningún otro. Ya lo apunta el British Medical Journal en “How do I beat the January blues?” [3].

La verdad es que este 2021 empieza con un “doble agravante”. Por un lado, la fatiga de la pandemia de la covid-19 en el día a día, la incertidumbre que conlleva, la crisis económica y la inseguridad financiera, países dictando medidas de confinamiento “ahora sí” - “ahora no”, y la añoranza por nuestra vida social, abrazos y sonrisas, nos van desgastando a todos. Por otro lado, el pequeño rayo de esperanza que nos muestra la luz al final del túnel, la vacuna, se ve eclipsado al descubrir una creciente fractura social y económica a escala mundial. Y, por encima de todo, parece que la normalidad no llegará nunca [4].

Así pues, es comprensible que necesitemos hablar con urgencia sobre la salud mental. El año pasado, vivimos un punto de inflexión al respecto: leímos sobre las enfermedades mentales asiduamente en primera plana. Se evidenció que la salud mental y la resiliencia son recursos esenciales para la vida, que necesitamos fomentar y no dar por supuestos nunca más.

La covid-19 precipitó un aumento sin precedentes de los casos de depresión y ansiedad, que se triplicaron. Afectó a todo el mundo por igual, a los profesionales sanitarios y a los trabajadores de primera línea, así como a niños y adolescentes [5], a los adultos y a los más jóvenes (de 20 a 30 años), los cuales se vieron especialmente afectados, y a la gente mayor [5].

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La covid-19 precipitó un aumento sin precedentes de los casos de depresión y ansiedad (Foto: Dima Berlin)

La devastación ha sido enorme: quienes ya padecían una enfermedad mental han visto empeorar su situación. Y, muchos de los numerosos casos nuevos, todavía sufren, sin información de que la depresión y la ansiedad son enfermedades que, al igual que la diabetes o la hipertensión, pueden ser tratadas con efectividad, y que de lo contrario pueden durar largo tiempo. El tabú que ha existido en torno a las enfermedades mentales no debería impedir reconocer y buscar la ayuda necesaria, igual que haríamos para cualquier otra dolencia. 

Y es que olvidamos que los problemas de salud mental ya eran de “magnitud epidémica” mucho antes de la covid-19. Sin tener en cuenta el impacto de la pandemia, uno de cada cuatro adultos, eso es, uno de cada cuatro de nosotros, sufrirá un problema de salud mental a lo largo de nuestra vida [7]. El coste para la sociedad supera el del cáncer, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares [8], por sus elevados costes directos (p.ej., consecuencias del sufrimiento que ocasionan) y sobre todo costes indirectos (p. ej., pérdida de la productividad).

Antes de la covid-19, los trastornos mentales eran una de las 5 principales razones que se aducían en todas las reclamaciones por discapacidad y figuraban sistemáticamente entre las 10 primeras causas de “años de salud perdidos”. Un problema especialmente costoso también para las empresas, que ya pre-covid-19 afectaba a todos los empleados por igual, incluidos los altos directivos de los que hasta un 75% reportaba haberse sentido “quemado” y un tercio describía su estado como extremo.

La segunda y la tercera oleada de la covid-19 están indicando que los niveles de depresión y ansiedad seguirán en aumento

Pero la salud mental se puede fomentar y promover. Y para quienes sufren trastornos mentales, los tratamientos ayudan a mejorar la situación. Durante el confinamiento, proliferaron numerosos recursos para ayudar a afrontar el devastador impacto de la incertidumbre. En caso de sentirse deprimido o ansioso, se recomendaba: buscar el contacto social con los amigos y con la familia; seguir hábitos saludables en el comer y el dormir, y mantener las rutinas; tomar nota de una buena idea o saborear un buen momento, al menos una vez al día; ayudar a los demás y “dar”, puesto que los actos de amabilidad ayudan a mejorar el bienestar mental y físico, así como mantenerse físicamente activos y hacer ejercicio (el efecto de la actividad física, por muy moderada que sea, es tremendo, ya que libera endorfinas en nuestro cerebro y ello incrementa nuestra sensación de bienestar y ayuda a combatir el estrés).

Estos son los consejos básicos para mejorar el bienestar personal que ya se recomendaban antes de la covid-19 [9]. Y hoy siguen siendo igualmente esenciales para desarrollar la resiliencia, de la cual tanto se habla recientemente como un recurso personal indispensable, la divisa del nuevo liderazgo y un imperativo para la dirección [10]. La resiliencia se refiere a nuestra capacidad para hacer frente a las dificultades de la vida y para recuperarnos de ellas.

Blue Monday marketing
Pese a que su uso comercial sigue trivializando el serio problema de la depresión, el Blue Monday también aporta un valor: ayuda a sensibilizar acerca de los problemas de salud mental (Foto: Nito 100)

No se trata de cuánto aguantamos (o cuán resistentes somos), sino de qué actitud adoptamos ante las adversidades y cómo podemos recargar pilas. Nuestro nivel de resiliencia puede variar con el tiempo y, al igual que nuestros músculos, podemos ejercitarla y alimentarla continuamente. Ser conscientes de nuestra salud mental y de nuestros niveles de resiliencia [11], mantenernos abiertos para cuidar de nuestra salud mental y, cuando vemos que no podemos, saber manifestarlo y buscar ayuda, son actitudes esenciales en nuestra búsqueda humana para conseguir el bienestar y la felicidad.

Volviendo al principio: esta semana, el Blue Monday acaso sea tendencia en Twitter, pero nada avala que sea el peor día del año. Y, pese a que su uso comercial sigue trivializando el serio problema de la depresión, este día también aporta un valor: ayuda a sensibilizar acerca de los problemas de salud mental y puede servir para superar el tabú que todavía envuelve estos temas.

Es un día en que la sensación de estar deprimido, el padecer ansiedad o el “sentirse bajo de ánimo” son compartidos en las redes sociales y se habla abiertamente de ellos. Es entonces cuando nos damos cuenta de que no estamos solos, sino que formamos parte de una gran comunidad, y constatamos que los problemas de salud mental no son raros. La segunda y la tercera oleada de la covid-19 están indicando que los niveles de depresión y ansiedad seguirán en aumento, lo cual avisa de que el impacto podría ser aún más serio, debido al efecto acumulativo.

A la vez que deconstruimos el mito del Blue Monday, enfatizamos que, ahora más que nunca, debemos fomentar nuestra salud mental, aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre lo que nos preocupa, salir en busca de ayuda, si la necesitamos, y seguir hablando del tema para normalizar la situación y romper con los tabúes y los estigmas que lo rodean.

En Esade, reconocemos que la resiliencia y salud mental son recursos personales muy preciados y de vital importancia en los años venideros. Por ello, nos hemos propuesto fomentar la sensibilización acerca de esta cuestión, promoviendo una serie de conversaciones y reflexiones con líderes de distintos ámbitos, que publicaremos mensualmente en Do Better. En el número inaugural presentaremos una entrevista sobre la importancia de la salud mental en el mundo de los negocios con el director general de Esade, el profesor Koldo Echebarria.

Referencias

  1. Blue Monday: a depressing day of nonsense science (again), The Guardian (2013)
  2. Man who coined the term 'Blue Monday' apologises for making January more depressing, Independent (2018)
  3. Abi Rimmer. How can I beat the January blues?BMJ, 372:m4932 (2021)
  4. Coronavirus: Normality is 'years away' despite vaccines, BBC (2020)
  5. Tamsin Newlove-Delgado, Sally McManus, Katharine Sadler, Sharon Thandi, Tim Vizard, Cher Cartwright et alChild mental health in England before and during the Covid-19 lockdownThe Lancet, DOI:https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30570-8
  6. Min Luo, Lixia Guo, Mingzhou Yu, Wenying Jiang & Haiyan Wang. The psychological and mental impact of coronavirus disease 2019 on medical staff and general public - A systematic review and meta-analysisPsychiatry Res, 291:113190 (2020)
  7. About mental health, NHS UK
  8. Thomas Insel. The global cost of mental illness, NIMH (2011)
  9. 5 steps to mental wellbeing, NHS
  10. Merete Wedell-Wedellsborg. How to lead when your team is exhausted - and you are, too, Harvard Business Review (2020)
  11. Resilience is more than just a mindset, Robertson Cooper
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