Filosofía en la cárcel: Por qué estudiar Derecho debería llevarte a prisión
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Tras años de estudiar la carrera de Derecho, los nuevos graduados lo saben todo (o casi todo) sobre el sistema de justicia, el régimen legal, el Código Penal... ¿Pero entienden lo que implica poner a una persona en prisión? La profesora Sira Abenoza, especializada en filosofía y ética de la empresa, se hizo esta misma pregunta. Ante la duda, decidió crear una asignatura insólita en la que sus alumnos estudiaran junto a personas que cumplen condena. Sira es miembro del Instituto de Innovación Social de Esade y fundadora del Instituto por el Diálogo Socrático, metodología que utiliza en sus cursos en la cárcel.
En este artículo ofrecemos un resumen de la entrevista.
¿En qué consiste la asignatura Filosofía en la Cárcel?
Es un curso optativo para estudiantes del último año de Derecho que se desarrolla en una cárcel durante once semanas. Participan diez estudiantes de derecho de Esade y diez personas privadas de libertad.
¿Por qué juntar a estudiantes de derecho con internos de una prisión?
Los estudiantes de derecho suelen terminar sus carreras sin haber tenido ninguna experiencia sobre qué es un centro penitenciario y qué implica estar cumpliendo una sentencia. Y esa es una dimensión muy relevante del sistema de justicia que están estudiando y al que van a representar. Queremos que entiendan qué repercusiones tiene el Código Penal, ya que hasta ese momento solo lo han memorizado.
¿Qué dinámica siguen las clases, qué temas tratáis?
El objetivo es que los estudiantes de derecho adquieran un conocimiento experiencial, no sólo intelectual, que les permita desarrollar tres cosas: su sentido crítico sobre el sistema legal, su compromiso ontológico por su rol profesional y su compromiso cívico. En el curso, durante tres meses, trabajamos utilizando el método del diálogo socrático. Estudiantes e internos reflexionan juntos sobre los grandes temas de la filosofía. ¿Qué es la justicia, qué es el miedo, qué es la felicidad, qué es el perdón...? Temas que les unen en tanto que seres humanos, pero también temas controvertidos sobre los que tienen visiones muy dispares.
¿Qué es exactamente el diálogo socrático?
Es el método de hacer filosofía que utilizaba Sócrates. Él partía de la idea de que cada ser humano tiene dentro una visión parcial de la verdad. Es diferente a lo que la pedagogía lleva poniendo en práctica durante siglos: que el conocimiento está en manos del profesor, quien debe instruir a los alumnos como recipientes pasivos que absorben ese conocimiento. A diferencia de eso, el enfoque socrático propone que cualquier alumno, por el hecho de ser humano, tiene conocimiento. El profesor actúa como mayeuta, es decir, ayuda a dar a luz el conocimiento que ya existe en el interior de las personas que participan en ese diálogo.
En las aulas suele tener más presencia el debate que el diálogo. ¿Cuál es la diferencia entre ambos?
El debate, como la palabra indica, consiste en batirse. Es una lucha oral en la que el objetivo es convencer al contrincante de que llevas la razón. Por lo tanto, la actitud no es de escucha, sino de encontrar fisuras en los argumentos del otro: lo que quiero es ganar. En cambio, en el diálogo no hay lógica de ganadores y de perdedores. Después de un diálogo no tiene sentido preguntar quién ha ganado. La lógica es de escucha y la idea es que uno puede aprender del otro. Si ganamos, ganamos todos, y si perdemos, perdemos todos. Es una visión mucho más colaborativa de la comunicación oral y del trato con el otro.
Existen muchos contrastes entre los estudiantes de derecho y los internos de la prisión. Uno importante es el de la clase social. ¿Qué impacto tiene?
Quizás es difícil encontrar dos colectivos tan dispares. No en vano el título del documental sobre el curso es Filosofía en la Cárcel: Diálogo contra prejuicios. Ambos colectivos inician el curso con muchos prejuicios respecto al otro. Los estudiantes tienen una visión muy negativa sobre las personas que están en la cárcel, creen que han hecho algo terrible y que son plenamente culpables y merecedores de estar allí. Y los internos creen que los estudiantes son niños pijos que han vivido siempre entre algodones, una visión muy reduccionista. Al principio se da ese choque. Pero pronto se toma conciencia de la disparidad, cuando los estudiantes conocen las historias de los internos: mis padres me abandonaron muy pequeño, he estado en centros penitenciarios desde que tengo 15 años, en casa nunca me han regalado nada, nunca he tenido la oportunidad de ir de viaje... Toda una serie de elementos que para los estudiantes de Esade son inconcebibles. Pero al ir acercándose se dan cuenta que, a pesar de la diferencia de clase, son personas que se emocionan, entristecen y enfadan ante cosas parecidas.
¿Cómo se mide el impacto que genera el curso? ¿Hay diferencias entre ambos grupos?
Un elemento importante es el diario de campo. Lo escriben tras cada sesión para tener un espacio de concentración en el que integrar y a elaborar la experiencia y en la cárcel. Allí escuchan cosas que ni habrían imaginado, a veces salen muy afectados. A lo largo de los años hemos visto que el impacto en los estudiantes de derecho es que, por un lado, les hace comprender cómo es el sistema penitenciario español y, por el otro, lo que significa la aplicación del Código Penal. Y así adquieren una visión crítica sobre ambos, que se activa tanto en su rol profesional como en tanto que ciudadanos. En cuanto a los internos, el hecho de tener a jóvenes que libremente deciden pasar una mañana a la semana durante meses junto a ellos con un deseo genuino de escucharlos tiene un impacto terapéutico. Estas personas tienen un miedo atroz a cómo reaccionará la sociedad una vez salgan a la calle, tienen miedo a si serán rechazados o no. Tener a representantes de la sociedad sentados allí con ellos y ver que no les rechazan les da esperanza.
¿Cuándo hablas de una aproximación crítica al sistema legal, a qué te refieres exactamente?
El Código Penal español es uno de los más punitivos de Europa. Uno piensa “eso a mí no me podría pasar”. Pero cuando vas a allí te das cuenta de que también podrías ser tú, y eso también les pasa a los estudiantes. Este Código Penal tan punitivo se sigue endureciendo a golpe de telediario. A menudo los medios de comunicación hablan de estos terribles y extremos de presos que reinciden o han cometido crímenes terribles y salvajes. Eso genera que la ciudadanía presione para que las sentencias sean más punitivas. Uno de los internos que participó en el documental (que como el resto de participantes, ya ha podido rehacer su vida), llevaba siete años en la cárcel por atracar bancos y le quedaban otros 12. Él decía: “a día de hoy, he hecho el trabajo interno de arrepentimiento, he tomado conciencia, entiendo que lo que hacía estaba mal. No quiero hacerlo más, quiero normalizar mi vida. Pero esto lo digo hoy, cuando aún me quedan 12 años. No puedo asegurar que en los próximos 12 años no me haya enfadado tanto con el sistema que haya intentado escaparme o me haya suicidado”.
¿Cuál sería la alternativa crítica a este sistema legal?
Según el artículo 25.2 de la Constitución española, las cárceles existen para favorecer la reinserción y rehabilitación de las personas que han cometido determinados delitos y que cumplen penas privativas de libertad. Si de repente el Código Penal genera que, en lugar de rehabilitarse, las personas se desanimen y acaben volviendo a delinquir o suicidándose, hay un problema. Tenemos dos opciones: o afirmamos que las cárceles son punitivas y sirven para castigar a personas que hacen cosas malas o, si de verdad creemos que son para favorecer la rehabilitación y la reinserción, adoptamos un código penal que se alinee con ello.
Este curso extiende la mirada crítica al campo educativo. Aunque solemos vincular la innovación a la tecnología, ¿dirías que Filosofía en la Cárcel también es innovación?
Absolutamente. En muchos aspectos, empezando sencillamente porque incorpora algo que no se hacía antes. Y aunque el método socrático sea muy antiguo, había quedado olvidado y, por lo tanto, volver a introducirlo es innovador. Pero también es muy innovador el curso como propuesta de aprendizaje experiencial, por el hecho de que los estudiantes aprendan de los presos o por convertir un espacio como la cárcel en una fuente de aprendizaje.
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