La revolución tecnológica de los últimos años está transformando nuestra sociedad, mejorando muchos aspectos pero también amplificando problemas inherentes de nuestro sistema. Uno de ellos es el racismo, que se ha trasladado al mundo digital con nuevas formas de discriminación a través de los algoritmos que controlan elementos como los sistemas de vigilancia policial, entre otros. Los sesgos con los que se han programado estos algoritmos perpetúan y amplifican la discriminación ya existente hacia ciertas minorías.
Analizamos la situación de la mano de Ignasi Martí, director del Instituto de Innovación Social de Esade y Jordi Nin, profesor adjunto del Departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences en Esade.