

Sentido del humor: ¿una habilidad infravalorada del liderazgo?

Cuando hablamos de los ingredientes básicos para ser un buen líder, suelen venirnos a la cabeza conceptos como visión estratégica y de negocio, determinación, humildad, credibilidad, empatía, resiliencia, energía…
Es raro que prioricemos el sentido del humor en esta breve lista de habilidades. Sin embargo, cada vez es más evidente su importancia en el mundo profesional.
El humor nos permite conectar mejor con los demás, comunicar más eficazmente, disfrutar más en el trabajo y conocer mejor a las personas, y es una herramienta potente para innovar y para crear un buen ambiente laboral.
Una institución tan emblemática como la Universidad de Stanford tiene un programa ejecutivo denominado “Humor: Serious Business”, en el cual los profesionales comprenden los usos estratégicos del humor en los negocios, descubren su propio estilo, entienden el de los demás y aprenden técnicas para integrarlo en su modelo de liderazgo.
Consultores tan relevantes como Manfred Kets de Vries o Plácido Fajardo definen las tres “h” del liderazgo (humildad, humanidad y humor) como elementos complementarios a los factores tradicionales.
Cada vez es más evidente la importancia del sentido del humor en el mundo profesional
¿Por qué el sentido del humor está infravalorado en el mundo profesional?
El lamentable desdén del humor viene de muy antiguo: ya Platón afirmaba en la República que el humor distraía a la gente de los asuntos más serios, y por ello las personas de mérito no debían reírse.
2.500 años más tarde, el sentido del humor se asocia a menudo a falta de seriedad, frivolidad, burla al poder, análisis poco riguroso de la realidad y, por ello, demasiadas veces no se considera apropiado usarlo en el mundo laboral.
Sin embargo, las evidencias demuestran lo contrario. Por ejemplo, un estudio realizado por la Harvard Business Review cuantifica los resultados diferenciales que logran destacados líderes en el sentido del humor: son un 27% más admirados y creíbles que la media y logran un 15% más de compromiso de sus equipos. Estos son elementos esenciales para liderar y buenas razones para transformar definitivamente nuestra mirada sobre el humor en el mundo laboral.
Quienes integraron el humor en su gestión lograron un impacto, una cercanía y una influencia muy superiores a los resultados que obtuvieron los más serios y distantes.
En mi experiencia profesional con diversos CEO de alto nivel, he comprobado en la práctica que quienes integraron el humor en su gestión lograron un impacto, una cercanía y una influencia muy superiores a los resultados que obtuvieron los más serios y distantes.
Está surgiendo, pues, otra visión del sentido del humor en el ámbito profesional. Un buen exponente de ello es el libro Lidera con sentido del humor de Sergio de la Calle.
Sergio es un experto en recursos humanos que en su trabajo en una gran multinacional ha experimentado los beneficios del humor y los ha compartido generosamente en esta obra excelente.
Destaco un par de mensajes suyos a propósito de su publicación: “Las nuevas generaciones van a ser menos permisivas con los entornos de trabajo excesivamente serios. David M. Kelley, fundador de la firma de diseño IDEO y profesor de Stanford, señalaba en un foro: “Si entras en una empresa y ves que hay un montón de tipos con el gesto serio por ahí, te garantizo que no inventarán nada.”
Este enfoque del humor no consiste, como bien explica Juan Carlos Cubeiro “en contar chistes ni en ser graciosillo, sino en descubrir cuál es el tipo de humor de cada uno, cuáles son los temas más efectivos sobre los cuales bromear en el ámbito profesional, cómo contar historias memorables y qué errores evitar.”
Hoy las empresas más avanzadas fomentan el sentido del humor, por los beneficios que aporta: motivación, compromiso, aprendizaje, hábitos saludables, mejores relaciones personales, mayor productividad, innovación al aprender mejor de los errores, y mayor transparencia y honestidad al potenciar la confianza interpersonal.
Y el punto de partida del sentido del humor es que seamos capaces de reírnos de nosotros mismos y lo utilicemos de manera inteligente, selectiva y orientada a objetivos.
“Una persona sin sentido del humor es como un carro sin amortiguación: todas las piedras del camino le hacen sacudirse”, decía acertadamente Henry Ward Beecher.
Hoy los tiempos han cambiado y coincido totalmente con Sergio de la Calle y su visión renovada del sentido del humor: “Hoy quien bien te quiere te hará reír, y no llorar.”

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