El futuro de los bancos, en manos de los datos transaccionales
La colaboración con empresas 'fintech' permitirá a la banca innovar, crear nuevas fuentes de ingresos y mejorar su propuesta de negocio.
Durante la última década, el sector de la banca ha visto emerger nuevos competidores, sobre todo compañías fintech, operadores de telecomunicaciones y gigantes de la tecnología.
Además, el aumento de las tecnologías digitales, la mercantilización de la informática y del almacenamiento de datos, los avances en tecnologías “cripto”, en inteligencia artificial y las nuevas regulaciones, han permitido que estos nuevos competidores cuestionen el modelo de negocio actual de los bancos.
Y es que, pese a los esfuerzos hechos, en comparación a otros sectores, la banca sigue estando rezagada.
El sector bancario debería diseñar nuevos modelos de negocio innovadores que vayan más allá de la banca tradicional y afiancen su liderazgo en el sector.
Ante las amenazas de estos nuevos competidores, los bancos han ido reaccionando con diferentes medidas. Algunos, por ejemplo, han aumentado sus inversiones en nuevas tecnologías. Otros, se han asociado con empresas fintech.
Los clientes quieren sentir que su banco se anticipa a sus necesidades
Sin embargo, la mayor parte de estas iniciativas solo pretendían proteger los modelos de negocio ya existentes. Y si unimos la situación macroeconómica con estas amenazas, no parece que el modelo actual de negocio bancario sea muy sostenible en el futuro.
¿Cómo será el futuro?
En la actualidad, el conocimiento que los bancos tienen de sus clientes es demasiado simplista y, además, ofrecen un complejísimo conjunto de productos con diferencias muy sutiles que los clientes no aprecian.
Todo ello en un momento en que el consumidor está cambiando a ritmos acelerados. Reclama la omnicanalidad, la simplificación de productos y la personalización.
Los clientes exigen comodidad, personalización, accesibilidad y facilidad de uso. Quieren sentir que su banco se anticipa a sus necesidades, no que les bombardean con ofertas de productos irrelevantes. Esta realidad significa que las entidades no solo deben hacer trajes a medida de cada cliente, sino también aprender a ofrecerlos de forma instantánea y en el momento justo.
Los datos transaccionales, la clave
En este nuevo escenario, los datos transaccionales se han convertido en uno de los activos de mayor valor para los bancos, capaces de diferenciarles de fintech o empresas tecnológicas.
Los datos transaccionales codifican, de forma muy concisa, la vida cotidiana de cada uno de nosotros: “Dígame cómo gasta su dinero y le diré quién es”. Una sutil diferencia, por ejemplo, con los datos aspiracionales que fomentan las campañas de marketing.
Para ilustrar esta diferencia, imagine un cliente al que le encantan los coches deportivos. Visita todas las webs de coches y pertenece a muchos grupos de Facebook sobre deportivos. Su conducta online revela que le encantan los coches deportivos, pero en realidad es propietario de un aburrido utilitario. Solo los datos transaccionales pueden codificar el tipo de coche que tiene, una información muy valiosa que el resto de su huella digital no puede revelar.
Por otro lado, los datos transaccionales ofrecen muchas posibilidades gracias a su profundidad histórica. Los bancos llevan registrando transacciones desde los años 60, un hecho que les permite adquirir una nueva perspectiva sobre los clientes a la hora de analizar sus preferencias: “Dígame quién era y le diré quién es”.
Los datos transaccionales se han convertido en uno de los activos de mayor valor para los bancos
Las entidades disponen, por lo tanto, de una enorme oportunidad para crear nuevos modelos de negocio basados en la información que llevan tantas décadas acumulando.
La personalización que los clientes y el sector buscan, gracias a este conocimiento histórico, será más fácil de alcanzar. Aunque, siendo críticos, este aprovechamiento de la información tal vez no sea una transformación suficiente en sí misma para conservar un modelo sostenible de la banca.
¿Por qué? Debido al open banking: una regulación que obliga a los bancos a abrir sus datos y servicios a terceros de todo tipo, tanto financieros como no financieros, y que podría erosionar todavía más las fuentes de ingresos de las entidades bancarias.
Como consecuencia, el rol de la banca como plataforma va a jugar un papel determinante. Los bancos que apuesten por integrar actores más allá de su sector estarán mejor situados para competir. Y es más, serán pioneros desarrollando su capacidad disruptiva para lograr introducirse y alterar otros sectores.
El gran valor de los datos que la banca lleva décadas acumulando abre la puerta a numerosos modelos de negocio.
La clave será que los bancos se den cuenta de que su futuro se encuentra más allá de la banca y de que estará fuertemente vinculado con el valor de sus datos. En caso contrario, no habrá futuro.
Profesor titular, Departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences en Esade
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