La democratización de la inteligencia artificial

Los datos, ¿deberían estar a disposición de todos y no de unos pocos?

Lola Bardají

Los datos se han convertido en el objetivo preciado de todas las miradas. Las empresas y organizaciones van a la carrera desesperada por hacerse con cuantos más datos mejor, para optimizar sus políticas y modelos de negocio, sus beneficios económicos o sociales. Esta realidad es conocida por todos y aceptada como algo consustancial al siglo XXI.

Ahora bien, lo cierto es que la gestión de cantidades ingentes de datos no es un concepto nuevo. Lo realmente novedoso es la velocidad con que se generan esos datos, cuyo resultado es un aumento progresivo de la cantidad de datos y, sobre todo, el desarrollo de la capacidad de analizarlos por parte del ser humano. Buena prueba de lo anterior es que, según los expertos, el 90 % de los datos globales han sido generados en los dos últimos años.

El 90 % de los datos globales han sido generados en los dos últimos años

Es tan enorme el volumen de datos que se crean en la actualidad que las empresas y organizaciones no pueden negar ni dejar de reconocer el beneficio inmenso que puede llegar a proporcionar el análisis de este gigantesco volumen de información. 

Probablemente, el desesperado interés por conseguir datos es el fenómeno más global que haya existido jamás. Pues bien, ante esta realidad, Microsoft (a través de su director de Asuntos Gubernamentales para Europa, Jeremy Rollison) ha lanzado la propuesta de elaborar y aprobar una legislación global, una suerte de estándar normativo encaminado a liberalizar el conocimiento de los datos: la iniciativa Open Data. De acuerdo con esta propuesta, los datos podrían estar a disposición de todos y no de unos pocos.

Ante problemas y realidades globales, soluciones globales.

Ahora bien, si analizamos la propuesta, podemos deducir que las ventajas que puede comportar una legislación de este tipo lógicamente son aquellas que van dirigidas a propiciar el avance de la inteligencia artificial (IA): cuantos más datos de todos, más capacidad de análisis de la información y mejores resultados.

En definitiva, se trata de una democratización de la IA, en palabras del propio Rollison: “La IA está transformando el mundo que conocemos y las enormes cantidades de datos por procesar que existen actualmente no solo requieren más potencia computacional, sino también mejores algoritmos y un mejor acceso a los datos.”

Cuantos más datos de todos, más capacidad de análisis de la información y mejores resultados

El primer obstáculo que se deriva de esta propuesta es el tratamiento y la protección de los datos personales. Esta protección no opera de manera uniforme a escala global. Como sabemos, en Europa entró en vigor en mayo de 2018 el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), que supone un marco normativo innovador que proporciona a los residentes de la UE la protección necesaria de su privacidad y les permite el uso libre y seguro de la tecnología digital. 

A raíz de la entrada en vigor del RGPD, las empresas e instituciones se han adaptado para garantizar la seguridad de los datos personales y proporcionar a sus titulares información sobre el destino de sus datos y, lo que es más importante, la garantía de su privacidad. El modelo europeo ha tenido seguidores, como por ejemplo China, con su Personal Information Security Specification (“the Standard”), y Brasil, con su Ley General de Protección de Datos (LGPD).

Chinese security monitoring
Vigilantes de seguridad analizando imágenes en Shanghai (Foto: Xieyuliang/iStock)

Además, en septiembre de 2018, la Comisión Europea anunció el inicio del procedimiento de decisión de adecuación para transferencias internacionales de datos con Japón, amparándose en el artículo 45 del RPGD. Se convierte, así, en la primera decisión de adecuación que se realiza tras la plena aplicabilidad del RGPD (ya se había pronunciado sobre Andorra, Argentina, Canadá, Guernsey, las Islas Feroe, la Isla de Man, Israel, Jersey, Nueva Zelanda, Suiza, Uruguay y los Estados Unidos, en el ámbito reducido del EU-US Privacy Shield).

La CCPA es la primera ley estadounidense que incluye derechos inspirados en el RGPD

Un ejemplo claro de ello lo encontramos en los Estados Unidos, donde, a falta de una acción federal, la situación jurídica es compleja. California ha dado un primer paso importante hacia la protección de la privacidad con la aprobación de la California Consumer Privacy Act (CCPA), que entrará en vigor el 1 de enero de 2020.

Podemos decir que la CCPA ha sido la primera ley estadounidense que incluye derechos inspirados en el RGPD y, por tanto, es una norma inaudita hasta el momento en el panorama jurídico norteamericano. Si bien se están impulsando algunas otras iniciativas importantes en este sentido (en los estados de Arizona y Vermont), la realidad es que no existe una legislación federal que garantice la protección de datos en términos generales.

Sin una legislación de protección de datos homogeneizada a escala global, que garantice y proteja a las personas dotándoles de libertad y seguridad en el uso de la tecnología digital, sin intromisiones en su privacidad, no será posible la legislación global que propone Microsoft con su iniciativa Open Data.

Los datos son el alimento de la IA y su uso abierto por parte de todos la “engordará”, pero no debería ser a costa de la privacidad y de la libertad de las personas.

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