¿Puede contribuir el Pacto Verde Europeo a fortalecer las relaciones entre la Unión Europea y el Consejo de Cooperación del Golfo?
Las relaciones entre la Unión Europea (UE) y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), integrado por Bahréin, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, no tienen unos antecedentes muy positivos. Pese al Acuerdo de Cooperación en vigor desde 1988 para mejorar sus relaciones económicas y políticas, esta alianza se ha mostrado incapaz de ir más allá de las formalidades y cristalizar en un pacto de amplio alcance sobre cuestiones de interés común.
Los intentos realizados en este sentido han fracasado, debido a intereses divergentes en cuanto a las condiciones comerciales y de cooperación, o porque los estados de Golfo y algunos países miembros de la UE, como Francia y Alemania, han preferido entablar relaciones bilaterales.
Pese a ello, a raíz del anuncio del Pacto Verde Europeo –un acuerdo que busca transformar totalmente la economía europea con una serie de medidas de gran alcance para lograr la neutralidad climática en 2050–, la UE y el CCG podrían potenciar sus débiles relaciones, si ambas partes logran jugar bien sus cartas.
Por una parte, el Pacto Verde prevé una eliminación progresiva del uso del petróleo y del gas natural entre 2030 y 2050, lo cual podría afectar el desarrollo económico y la estabilidad política de varios países productores de hidrocarburos que son vecinos de la UE, y tener repercusión también en los mercados globales. Por otra parte, la centralidad de los estados del Golfo en la región de Oriente Medio, la normalización de las relaciones entre los miembros del CCG, el futuro incierto de los precios del petróleo y la voluntad de los países miembros del CCG de diversificar sus economías indican que ha llegado el momento de impulsar de nuevo las relaciones entre la UE y el CCG.
¿Qué significa el Pacto Verde para los estados del Golfo?
En las recientes conclusiones del Consejo de la Unión Europea sobre clima y diplomacia energética, la UE avanza las consecuencias geopolíticas potencialmente disruptivas del Pacto Verde, al señalar que, “a medio plazo, podría tener un efecto negativo en algunos países, especialmente en aquellos que dependen de las exportaciones de combustibles fósiles, incluyendo en el vecindario europeo”.
El grado en que estos países exportadores se verán afectados por las políticas de la UE variará en función de distintos factores, como el precio de equilibrio del petróleo en dichos países o su nivel de dependencia de las exportaciones de combustibles fósiles al mercado europeo, así como los métodos de transporte del petróleo y del gas.
Comparados con sus principales vecinos del sur y el este, los estados del Golfo, salvo Bahréin y Omán, son productores de petróleo de bajo coste y presentan unos de los niveles más bajos de intensidad de carbono a lo largo de todo su ciclo de vida, de modo que pueden amortiguar el impacto de los bajos precios del petróleo a corto plazo y esperar incrementar la cuota de mercado a medida que vayan cayendo los productores con más altos costes.
Las arcas de los estados del Golfo se han beneficiado recientemente de la subida de los precios del petróleo y del recorte de producción de la OPEC+; sin embargo, los precios actuales todavía no son lo suficientemente elevados para alcanzar los umbrales de equilibrio fiscal de la mayoría de los miembros del CCG, lo cual vendría a ampliar sus déficits presupuestarios e incrementaría el endeudamiento para apoyar medidas sociales.
Si bien el Pacto Verde puede que no afecte directamente a los estados del CCG, acelerará la transición general lejos de los combustibles fósiles
Aun cuando logren incrementar la cuota de mercado en la próxima década, el creciente número de opciones de energías renovables, combinada con un posible pico en la demanda de petróleo en la próxima década, lleva a algunos expertos a afirmar que este puede ser el último “boom del petróleo” para los países del Golfo, los cuales deberán invertir de forma estratégica para su futuro post-petróleo. En otras palabras, si bien el Pacto Verde puede que no afecte directamente a los estados del CCG, acelerará la transición general lejos de los combustibles fósiles y, por tanto, constituye una amenaza a largo plazo al modelo “sin representación y sin impuestos” de dichos países.
La importancia de la región del Golfo para la UE y para el mundo
Otros posibles factores relacionados con la seguridad indican que la UE no puede permitirse desentenderse de lo que ocurra en el Golfo. En primer lugar, la región desempeña un papel central en la actualidad –y seguirá haciéndolo en el futuro– en el suministro mundial de energía, pues genera una tercera parte de la producción diaria de petróleo, pese a la transición energética global a favor de las renovables. Además, los últimos ataques a las infraestructuras energéticas y a los buques de transporte en el estrecho de Ormuz han demostrado el impacto significativo que pueden tener en los mercados globales.
La UE no puede permitirse desentenderse de lo que ocurra en el Golfo
En segundo lugar, desde la Primavera Árabe de 2011, el centro de gravedad de Oriente Medio se ha desplazado hacia el Golfo y algunos países, como Arabia Saudí, los EAU y Qatar, presumen cada vez más de la influencia política y económica que tienen sobre otros, como el Yemen, Libia e Irak, por nombrar algunos.
Una mayor inestabilidad en la región podría tener un efecto dominó en el vecindario europeo y provocar desde actos de terrorismo y guerras indirectas hasta estados fallidos y flujos migratorios y de refugiados. Además, los estados del CCG pueden sabotear los esfuerzos para reactivar el acuerdo nuclear con Irán si se excluyen sus intereses, e incrementar las tensiones entre los dos frentes del Golfo Pérsico. La UE debe, pues, tomar en consideración estos costes estratégicos más amplios, teniendo en cuenta que está desempeñando un papel destacado en las negociaciones.
En tercer lugar, es insostenible para la UE seguir actuando como un “free rider” en la seguridad del Golfo. Si bien los Estados Unidos ha sido el garante de facto de la seguridad del CCG desde los años noventa, la creciente incertidumbre de la política estadounidense en la región indica que esta región ya no tiene la misma prioridad que antes en su estrategia global. Y a la UE no le interesa que otros actores externos, como Rusia y China, actúen libremente en la región aprovechando este vacío de seguridad.
En cuarto lugar, el hecho de que la UE sea un actor reconocido por todos los países de la región, sobre todo teniendo en cuenta la situación antes mencionada, podría llegar a jugar un papel fundamental para ayudar a diseñar un marco de seguridad regional para Oriente Medio, en interés de todos los actores implicados.
Avanzar a través del Pacto Verde
Pese a la importancia estratégica de la región del Golfo para la UE, las relaciones débiles entre ambas partes suponen que la UE carece de influencia política suficiente ante el CCG para participar directamente en todas estas cuestiones. Pero no podemos culpar de ello totalmente a la UE: los miembros del CCG han mantenido opiniones divergentes desde la Primavera Árabe, siguen viendo a los Estados Unidos como su socio principal para la seguridad en la región, y prefieren cooperar de forma bilateral con los estados miembros de la UE.
Sin embargo, el fin de la ruptura de tres años entre los miembros del CCG a principios de 2021 es clave para reanudar la cooperación con la UE. Para fortalecer sus relaciones, ambas partes deben trabajar de una forma que les resulte de beneficio mutuo. La energía, el cambio climático y la diversificación económica son cuestiones inmediatas de interés común, y el Pacto Verde puede servir de base para establecer unas medidas de creación de confianza en dichos ámbitos.
En este contexto, Europa puede desempeñar un papel más relevante, cooperando con el CCG en las cuestiones relacionadas con el cambio climático, las energías renovables y las tecnologías que reducen las emisiones de carbono. La Red Tecnológica para la Energía Limpia de la UE y el CCG ha facilitado la creación de grupos de trabajo conjuntos y la coordinación institucional en estas áreas, pero tiene que avanzar e incluir la asistencia técnica y la recogida de información sobre las necesidades de desarrollo de capacidades para que los miembros del CCG puedan alcanzar los objetivos globales establecidos en el Acuerdo de París.
Europa puede desempeñar un papel más relevante, cooperando con el CCG en las cuestiones relacionadas con el cambio climático, las energías renovables y las tecnologías que reducen las emisiones de carbono
Además, la UE puede apoyar las estrategias de diversificación económica del CCG basadas en un mayor desarrollo de las opciones de energía limpia y renovable, como el hidrógeno. Los estados del Golfo se están apresurando por estar presentes en el futuro mercado global del hidrógeno; Arabia Saudí prevé inaugurar una planta de hidrógeno de 5.000 millones de dólares alimentada exclusivamente con energías renovables en 2025 en la ciudad futurista de Neom, y ya ha firmado una declaración de intenciones con Alemania. Asimismo, los EAU está firmando acuerdos con países como Japón para desarrollar conjuntamente una cadena de suministro global de hidrógeno. Por tanto, la UE debería incorporar al CCG como socio prioritario en su estrategia de hidrógeno, colaborar en todas las fases de la cadena de valor y ayudar a desarrollar las tecnologías de almacenaje y transporte de energía, y los sistemas de certificación.
Otro aspecto importante es la interconectividad regional de las redes eléctricas y el beneficio que supone garantizar la seguridad del suministro con una mayor integración de las fuentes de energía renovable. Los miembros del CCG han desarrollado una red de transmisión interconectada, gestionada por la Autoridad de Interconexión del Consejo de Cooperación del Golfo (AICCG), para atender a las crecientes necesidades de energía, así como el comercio y el intercambio de electricidad transfronterizo.
Sin embargo, pese a su potencial, menos del 1% del suministro eléctrico de la región está cubierto por energías renovables, lo cual es una oportunidad perdida para los miembros del CCG si quieren alcanzar sus objetivos en materia de energías renovables. Entre los problemas que se plantean, destacan las distorsiones del precio de la electricidad ocasionadas por las subvenciones, los distintos niveles de voltaje entre los países, que limitan la capacidad de transferencia, y la inexistencia de unas normas armonizadas.
Para facilitar la interconexión, la UE primero debería ayudar a ampliar la capacidad instalada de renovables en la región y elaborar unas normas de mercado comunes. Asimismo, habría que desarrollar la cooperación entre los gestores de redes de transporte de la UE y la AICCG para fijar unas reglas comunes y determinar cómo evaluar la adecuación y la planificación de la red.
La región del Golfo es de suma importancia para la UE en la actualidad y en el futuro. Sin embargo, pese al gran interés que tiene para la UE en términos de seguridad, la relación débil que mantiene con los países del CCG dificulta poder profundizar su compromiso en este aspecto. El Pacto Verde Europeo puede servir de base para reiniciar las negociaciones y entablar una relación constructiva que se ajuste a la transición energética en curso. Esta relación puede concretarse apoyando los esfuerzos del CCG en la lucha contra el cambio climático, ayudando a desarrollar el mercado del hidrógeno en el Golfo, y eliminando los obstáculos a la interconectividad regional. Naturalmente, el Pacto Verde no puede ser el único marco para desplegar esta relación, pero es un punto de partida crucial para estructurarla de una forma beneficiosa para ambas partes.
- Compartir en Twitter
- Compartir en Linked in
- Compartir en Facebook
- Compartir en Whatsapp Compartir en Whatsapp
- Compartir en e-Mail
Programas relacionados
¿Quieres recibir la newsletter de Do Better?
Suscríbite para recibir nuestro contenido destacado en tu bandeja de entrada..