Rusia y China: opciones estratégicas

Juan Luis Manfredi

El conflicto se extiende y se abren nuevos escenarios estratégicos tras la incorporación de China a las conversaciones internacionales. Todavía es pronto para estimar el rol que puede desempeñar el gigante asiático en su desenlace, pero sí podemos señalar las claves de su acción exterior. China mantiene una doctrina de no intervención en los asuntos internos y apuesta por el principio de soberanía e integridad territorial.

Con sus propios problemas internos (Tíbet, Hong Kong) o la controversia de Taiwán, China no quiere discutir en público la naturaleza geográfica de un país o sus habitantes, el tipo de régimen político o el trato de las minorías. Es poco probable que su diplomacia se manifieste en este sentido. Por el contrario, veremos un reforzamiento de los principios de coexistencia pacífica, que son la base de sus relaciones con la India, a saber: respeto mutuo por la soberanía y la integridad territorial, no agresión mutua, no interferencia en los asuntos internos de otros países, igualdad y beneficio mutuo, y coexistencia pacífica. Estos cinco principios han constituido la base de la política exterior china y habrá poca sorpresa al respecto.

La propuesta de mediación, aún en ciernes, puede conducirse por el camino de la confianza. Vladimir Putin y Xi Jinping mantienen conversaciones periódicas y una suerte de relación personal, con más de cuarenta encuentros bilaterales. Algunos analistas apuntan cierta estima mutua o, cuando menos, cierta sintonía personal en la manera de entender la configuración del escenario mundial.

Vladimir Putin y Xi Jinping mantienen conversaciones periódicas y una suerte de relación personal

En un momento de creciente aislamiento internacional, la interlocución entre estos dos líderes globales es una oportunidad para retomar la senda política y diplomática. Putin puede necesitar a alguien con quien consultar algunas medidas transcendentales y esta persona ahora mismo solo puede ser el presidente chino. Macron no parece una voz autorizada, aunque una arrolladora victoria presidencial pudiera catapultarle como líder europeo. El plan de Boris Johnson parece más la enésima jugada del Downing Street por dotar de sentido a su Global Britain que una estrategia sólida de acción diplomática.

El tercer elemento para calibrar esta relación estratégica es el propio interés de China. Por un lado, se plantea un escenario de colaboración estrecha con Rusia para impulsar la desglobalización y desestructurar –ya de forma permanente– los organismos multilaterales y el orden global internacional. El precio de esta opción estratégica es muy elevado, porque implica cargar con el peso de una Rusia muy capitidisminuida, con gas y petróleo, pero sin productos o servicios de valor añadido. Más aún, Rusia depende de las exportaciones a China (cerca del 17% de su volumen global).

En cambio, el mercado ruso apenas representa el 2% de la actividad china, una cifra similar al mercado australiano y muy por debajo del 17% que representan los Estados Unidos. Así pues, Rusia sí depende de China para la economía, la tecnología o la creación de valor, mientras que, para China, Rusia es un actor económico secundario.

Rusia sí depende de China para la economía, la tecnología o la creación de valor, mientras que, para China, Rusia es un actor económico secundario

La segunda opción estratégica es improbable. China podría apalancar su capacidad de influencia en Rusia para conseguir que los Estados Unidos y la Unión Europea atendieran sus peticiones. Prevenir la conformación de un bloque sino-ruso es una preocupación real y la multiplicación de los acuerdos comerciales en la región de Asia-Pacífico señala una era de revisión de las relaciones económicas.

Es el momento de garantizar las posiciones y de asentar la situación hegemónica sin conflicto bélico. China pueda considerar que el caos de una Rusia en guerra y sin aliados es un escenario poco seductor para su proyecto internacional para la próxima década. Más aun cuando la competencia con los Estados Unidos o con la Unión Europea no es solo política y de valores, sino que incluye otras esferas (la tecnología, la cultura) en las cuales puede colaborar. Acaso esta opción exprese más el deseo de la inteligencia occidental que un plan articulado.

En suma, este análisis a vuelapluma de las opciones estratégicas puede ayudar a identificar las prioridades de cada actor, valorar sus posibles movimientos a corto plazo y comprender la gravedad de las decisiones que veremos a lo largo de la semana. China, a su ritmo, será decisiva en la escalada y en la desescalada bélica, en la resolución del conflicto y en la reconstrucción económica de Rusia.

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