"De repente, muchos han caído en la cuenta de que la seguridad y la defensa son esenciales para mantener nuestro modo de vida, nuestras libertades"

Equipo Do Better

La invasión rusa de Ucrania ha hecho saltar por los aires décadas de paz en Europa. La Unión Europea, sin una política de seguridad y defensa común efectiva, y la OTAN, en busca de sentido después de la caída de la Unión Soviética, han revivido de la noche fantasmas del pasado que se consideraban superados como la invasión de un país soberano en Europa o la amenaza de las armas nucleares. Hablamos con José M. de Areilza, profesor y titular de la Cátedra Jean Monnet en Esade, para conocer cómo han respondido las instituciones europeas y atlánticas a la invasión de Ucrania lanzada por el presidente ruso, Vladimir Putin.

La Unión Europea ha respondido de forma unitaria a la invasión de Ucrania cuando las crisis con Rusia acostumbraban a dividir más que a unir a los 27. ¿Qué ha cambiado respecto a anteriores conflictos, como el de Georgia o el de Crimea?

La gravedad de la crisis. Esta es una crisis que afecta profundamente la seguridad europea; es una crisis en que incluso se ha llegado a la amenaza del uso de armas nucleares, así que no es simplemente una guerra contra Ucrania, sino contra los valores europeos. Y, a diferencia de las situaciones anteriores en que el régimen de Putin utilizó la fuerza contra un país de su órbita, esta vez el conjunto de europeos se han sentido directamente amenazados con el grave problema de que Europa no tiene la capacidad de gestionar crisis geopolíticas, no es un actor de primera en el ámbito de la seguridad y la defensa pero, a cambio, exhibe una relación encomiable de sanciones, de decisiones en materia de política energética, de ayudas en forma de armamento a los ucranianos.

Unas sanciones que en los Estados Unidos, especialmente la exclusión del sistema de pagos SWIFT, generaron las primeras reticencias, pero que ahora se han superado y han salido adelante. ¿Qué novedades hay en estas sanciones con respecto a anteriores ocasiones?

Son sanciones mucho más duras, mucho más amplias y bien dirigidas. Pero la decisión de excluir a Rusia del sistema SWIFT ha suscitado reticencias y ha habido que permitir una excepción para los pagos relacionados con los asuntos energéticos. El paso siguiente tiene que ver con la congelación de los activos del Banco Central ruso en el exterior y creo que otras medidas muy importantes que vendrán son las sanciones dirigidas personalmente a los oligarcas, a esa cleptocracia que rodea a Putin, al dictador ruso, especialmente en algunas capitales europeas. Viendo cómo está el rublo y cuál es la inflación que hay ahora mismo en Rusia, estas sanciones las están sufriendo todos los ciudadanos de este país. Putin, en previsión de esta respuesta occidental, ya había preparado un fondo de 600.000 millones de euros de reserva estratégica, aunque la agresión y la destrucción están siendo tan brutales que la única salida posible será mantener estas sanciones y convertir a Putin en un paria internacional, como ha dicho el presidente Biden.

Si me permites profundizar un poco más en este tema, tengo entendido que las sanciones buscan, sobre todo, presionar a la economía y, en especial, a los oligarcas rusos para que intenten redirigir la política de Putin o hacerle cambiar de opinión. Y todo ello sin dañar ni a la población rusa de a pie ni a la población europea de a pie. ¿Qué posibilidades de éxito tiene esta estrategia?

Me parece que es una intención acertada pero que, por desgracia, el daño a la población rusa en el terreno económico ya está hecho. Además, es una población que no se siente orgullosa de la guerra que ha iniciado Putin. Está habiendo manifestaciones muy llamativas, teniendo en cuenta el precio que puede pagarse en Rusia por manifestarse contra el Gobierno. Y creo que los oligarcas, la cleptocracia que rodea a Putin, por el momento no tiene suficiente fuerza ni suficiente capacidad de influir sobre el dictador. Así que creo que, a corto plazo, va a ser muy difícil que haya un cambio de régimen a favor de la responsabilidad. Lo importante es que las sanciones se mantengan, así como esta respuesta unida por la parte occidental y también el refuerzo de la solidaridad atlántica.

Hablando de solidaridad atlántica, la crisis también ha reforzado el papel de la OTAN, después de que en los últimos años se haya cuestionado su sentido. ¿Cómo va a afectar esta crisis a la OTAN?

En efecto, esta crisis va a reforzar el papel de la Alianza Atlántica, no solamente para los países miembros de Europa central y del este. Posiblemente haya nuevos ingresos: se está hablando de Finlandia, de Suecia. De repente, muchos han caído en la cuenta de que la seguridad y la defensa son esenciales para mantener nuestro modo de vida, nuestras libertades. Muchas veces se da por supuesta la paz y se toma como algo que no hay que preparar, sobre lo cual no hay que invertir ni hay que trabajar…

La crisis de Ucrania es el primer gran reto en materia de política internacional de la presidencia de Biden, descontando la retirada abrupta de Afganistán. ¿Cómo está respondiendo el presidente de los Estados Unidos a esta crisis?

Creo que es providencial que sea Biden quien esté respondiendo a esta crisis al frente de los Estados Unidos, porque es un presidente que conoce como pocos ocupantes de la Casa Blanca la política exterior de seguridad y de defensa. Y creo que el presidente anterior, Donald Trump, dejó un vacío de poder no solo frente a China, sino también frente a Rusia. Basta recordar que Trump admiraba profundamente a Putin y creo que Biden, dentro de la debilidad interna de los Estados Unidos, un país muy polarizado donde la mayoría de los ciudadanos no quieren saber nada de nuevas guerras –solo la mitad de los norteamericanos apoyan las sanciones a Rusia–, está haciendo todo lo posible, liderando “desde atrás”, por utilizar una expresión de la época de Obama, para mantener la relación transatlántica, fortalecerla y establecer consultas continuas con los europeos. Es un claro contraste con el fiasco de Afganistán, donde no se hizo este trabajo conjunto con los europeos.

Efectivamente, la relación de los Estados Unidos con sus aliados europeos no ha sido siempre fluida. Pero la invasión rusa de Ucrania ha provocado dos cambios de calado en la política militar de Europa: primero, Alemania ha aumentado su inversión en defensa y ha exportado armamento ofensivo y, segundo, la Comisión Europea ha coordinado el envío de este tipo de material a Ucrania. ¿Qué implicaciones tienen estas noticias para el futuro del proyecto europeo?

A mí me gusta pensar que estamos en el momento hamiltoniano de la seguridad europea, es decir, ese momento en que el embrión de lo que va a ser una futura política de seguridad y de defensa ya está ahí. Con esta decisión tan importante de Alemania, que supone reescribir y cambiar casi de la noche a la mañana su política exterior y de defensa para incrementar el gasto, e introducir esta regla en la Constitución, con el fin de proveer de armamento directamente a los ucranianos, creo que hay que reconocer el papel de liderazgo del canciller Olaf Scholz. Y creo que la Comisión Europea también ha tomado unas medidas inéditas y eficaces, financiadas además directamente con presupuesto europeo: en efecto, el presupuesto europeo está pagando las armas que se están entregando a Ucrania, aparte de las que le están enviando los estados miembros, con esta coordinación europea.

¿En qué posición ha quedad el Reino Unido en materia de seguridad y defensa después de su salida de la UE?

El Reino Unido sigue siendo la primera potencia militar europea y está haciendo todo lo posible, a pesar del Brexit, por estar dentro de esta coordinación, por aportar no solo en la Alianza Atlántica, sino también por sumarse a los esfuerzos de los demás países europeos en la asistencia a Ucrania. Pero el Brexit también afecta en este sentido, porque no está siendo el primer país consultado por los Estados Unidos, pese a la ponencia militar británica, sino que ahora ocupa el tercer lugar, después de Alemania y Francia.

Y, ya para terminar, Ucrania ha pedido entrar en la Unión Europea a través de un procedimiento rápido. ¿Está previsto en los tratados? ¿Es una opción realista?

No es una opción realista, porque no hay, en efecto, un mecanismo institucional previsto para esta especie de fast track o entrada rápida. Sí creo que tiene mucha importancia simbólica, para mostrar cuáles son los valores europeos que defendemos todos, en Ucrania y en el conjunto de la Unión Europea, la decisión del Parlamento Europeo de pedir que se le considere un país candidato. Me parece que Ucrania tiene esa alma europea y merece todo el respaldo que podamos darle dentro de las limitaciones claras relativas a la seguridad, a la defensa europea. Así pues, creo que el debate sobre su entrada inmediata no es un debate práctico, pero sí tiene esa importancia simbólica.

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