

La humanidad civilizada: tintes raciales en la cobertura de la guerra en Ucrania

Si bien la tensión en la Europa oriental entre Ucrania y Rusia iba aumentando en los últimos meses, el estallido de la guerra supuso un shock, a pesar de las advertencias norteamericanas de que la invasión era inminente. Y fue un shock no por haber ignorado la concentración de tropas rusas o porque las relaciones bilaterales entre ambos países se volvieran de pronto más tensas, sino porque, como vimos enseguida, la devastación de la guerra se estaba produciendo a las puertas de una Europa desacostumbrada a ello.
Las escenas que nos han llegado de Ucrania son descorazonadoras: familias separadas y desplazadas de sus hogares, ciudades sepultadas en ruinas, los gritos desgarradores de quienes han perdido a sus seres queridos y millones de personas que intentan huir en busca de seguridad. Estas son las caras del sufrimiento que acarrea la guerra, cuyos horrores sufren un sinnúmero de personas –ocurra donde ocurra. Y, sin embargo, como ha revelado la cobertura mediática del conflicto, el lugar donde ocurre sí importa.
Eligiendo “cuidadosamente” sus palabras para describir las escenas chocantes de la guerra de Ucrania, Charlie D’Agata, de CBS News, dijo: “Con el debido respecto, este no es un lugar como Irak o Afganistán, que ha sido escenario de conflictos desde hace décadas. Es una ciudad relativamente civilizada, relativamente europea –y procuro seleccionar bien mis palabras.” Si este fue el resultado de seleccionar bien sus palabras, pues ¡vaya! Ojalá hubiéramos escuchado lo que realmente quería decir. Y lo que quería decir pasó en realidad.
La responsabilidad de apoyar a las víctimas del conflicto estaba condicionada a su origen, que informaba la adecuación de su “civilidad”
Otros periodistas se apresuraron a cubrir esta laguna explicando la definición de “civilizada”: “Aquí no estamos hablando de los sirios huyendo de los bombardeos del régimen sirio, respaldado por Putin. Estamos hablando de europeos que se marchan en coches que son como los nuestros para salvar la vida.” Otros nos dijeron que era esencial dar refugio a los ucranianos que huían porque “estos evidentemente no son refugiados que buscan marcharse de regiones del Oriente Medio que todavía están en una enorme situación de guerra”, al tiempo que un exoficial del gobierno ucraniano manifestaba que la guerra era algo “muy emocional para mí, porque veo cómo mueren cada día europeos rubios y con ojos azules”.
Este discurso, que empañó la política occidental durante décadas, ha proliferado en la cobertura de la guerra, de manera que la responsabilidad de apoyar a las víctimas del conflicto estaba condicionada a su origen, que informaba la adecuación de su “civilidad”. El propósito de señalar esta cobertura es este precisamente: no se trata de minimizar el sufrimiento de los ucranianos, sino subrayar que se merecen todo el apoyo que puedan recibir porque son víctimas de una guerra, y no simplemente porque ellos son digamos “civilizados”. También señalar cómo las narrativas de los medios naturalizan el hecho de que las guerras sean endémicas en las regiones de Oriente Medio y África, presentándolas como unas tierras no civilizadas, ocupadas por quienes no pueden relacionarse –y, ni que decir tiene que al mismo tiempo absuelven el papel desestabilizador de las potencias extranjeras en estas regiones, “civilizándolas” con bombas, gobiernos títeres y guerras indirectas.
Como vemos ahora en Ucrania, las personas que son víctimas de conflictos y de una invasión extranjera, sean de donde sean, exhiben unas tendencias similares de resiliencia, resistencia y deseo de seguridad
En cambio, como vemos ahora en Ucrania, las personas que son víctimas de conflictos y de una invasión extranjera, sean de donde sean, exhiben unas tendencias similares de resiliencia, resistencia y deseo de seguridad. Los ucranianos, gobernados por el presidente Zelensky, han sido muy elogiados por haber luchado con fuerza para proteger su país de los invasores extranjeros. Las imágenes de ucranianos preparando cócteles Molotov, construyendo barreras para frenar los avances rusos y enfrentándose a los soldados de Rusia han circulado por los medios digitales. Otras imágenes ilustran la devastación de la guerra, mostrando enormes bolas de fuego que reducen los edificios a escombros. En algunos casos, sin embargo, las imágenes que muestran bombardeos y chicos jóvenes enfrentándose a los soldados no pertenecen al conflicto de Ucrania sino a la guerra de Gaza. Toda guerra, ocurra donde ocurra, ocasiona muertes y destrucción; sus víctimas, sean o no civilizadas, luchan para proteger sus vidas y su dignidad.
Al tiempo que mostramos cómo los tintes raciales –bastante explícitos en este caso– de la cobertura mediática deshumanizan y fomentan la indiferencia ente el sufrimiento de los demás, es esencial que recemos y actuemos para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas afectadas por la guerra en Ucrania, no porque sean “civilizadas”, sino porque son personas humanas.

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