¿Y en 2023 qué? Datos de entorno y recomendaciones para pymes

Raúl Castellón

Dentro de poco cerraremos un año más. La primera pandemia global del siglo XXI todavía colea, Europa ve asomar a su puerta el humo de un conflicto armado a gran escala, el Imperio Británico se esconde a lamerse las heridas provocadas por un Brexit todavía en pañales y muchas otras fieras nos muestran los dientes desde la espesura.
 
Pero como dicen los expertos, hay que bajar a la arena y mirar a la cara a cada una de las empresas que trabajan para sostener un cierto espejismo de normalidad. Mi pregunta es directa, como lo es el título de este artículo. ¿Cómo preparar la empresa para afrontar 2023?

Obvio que no existen recetas universales, pero sí factores amenazantes en el entorno que todos compartimos. Ponerlos de manifiesto puede servir como elemento de reflexión y como rueda de timón para fijar el rumbo. Porque algo está claro; habrá que seguir navegando. Miremos pues al horizonte: 

  • El cambio climático es una evidencia imposible de soslayar. Algunos negacionistas recalcitrantes siguen con su discurso absurdo, pero la mayoría acepta su existencia y ha pasado a discutir únicamente su intensidad y los tempos. 

    El cambio afecta a todos los niveles de nuestras economías globalizadas: malas cosechas, refugiados climáticos, destrucción de infraestructuras, guerras del agua, etc. 

    No hay territorio, organización o empresa que pueda presumir de estar al margen del desastre, si bien es cierto que cada compañía se verá afectada en función de su ubicación, fortaleza y relaciones nacionales e internacionales que definan su negocio.  

    Es crítico que cada uno haga introspección y se dote de herramientas de análisis para determinar cual va a ser el impacto en su cadena de valor y cómo protegerse del mismo reforzando los aspectos clave, desarrollando planes de contingencia y puntos de control que hagan saltar las alarmas. Todos hemos visto esas películas americanas en que la situación pasa de DEFCON (situación de defensa) 5 a DEFCON 1, generándose a toda velocidad una serie de acciones propias de cada nivel de amenaza. Pues eso. 
     
  • Un entorno geopolítico convulso a las puertas de casa: Nuestro mundo es multipolar. Aquello de los rusos y los americanos y el telón de acero ha quedado obsoleto. Hoy EEUU se balancea intentando mantener una hegemonía que ya no posee, mientras China todavía no ejerce como potencia global, aunque ya posee grandes extensiones de tierra y dominio sobre materias primas clave tanto en África como en América Latina. 
     
    En este tránsito el mundo se ha quedado sin referentes, y no parece que nadie marque las reglas. El mapa de equilibrios geoestratégicos está en constante cambio. La sacrosanta globalización hace aguas por todas partes y tomar decisiones a largo plazo es poco menos que imposible. 
     
    Más que nunca, hay que dotarse de herramientas del siglo XXI, tanto en el campo de las hard skills como en el de las soft skills, para afrontar el temporal. Formarse e informarse. Formar e informar a los nuestros. 
     
  • Los mercados de la energía y las materias primas se han vuelto locos. Decir que son inestables e impredecibles es un simplismo. Nada parece tener sentido y pocas son las empresas, tanto en el mundo de los productos físicos como en el de los servicios, que puedan escapar a los efectos de dicha locura. Las materias primas no llegan, suben y bajan de precio sin control, el servicio no puede asegurarse, algunos cierran temporalmente porque no pueden pagar la factura de la electricidad. 

    Nunca habíamos sabido tanto del Nord Stream, el Baltic Pipe, el Sila Sibiri o el Medgaz. Desayunamos pendientes del World Container Index y de la congestión en los puertos de Shanghai o Wuhan. Y nunca habíamos tenido tan poco que decir al respecto. Quizás globalizarlo todo – recordemos que en pandemia hasta las mascarillas venían del otro lado del mundo – ha sido el mayor error que hemos cometido, pero este barco no tiene marcha atrás así que habrá que buscar soluciones.
  • El dinero está cada día más caro. Porque el dinero siempre ha sido cobarde y reacciona muy mal a la incertidumbre. Las políticas fiscales de EEUU y Europa han desatado una escalada que pretende frenar la inflación desbocada. Hasta la financiación, que era el único recurso “barato” para las empresas, se complica. Por no hablar del precio que se paga por la leche, la harina y prácticamente cualquier bien básico de la cesta de la compra. 

¿Y con todo esto qué hacemos? ¿Qué hacen las PYMES, que acumulan el 70% del empleo en Cataluña y el 66% del total en España? Ellas, por una vez, son las más capaces de navegar en aguas tan agitadas.
 
Hablamos de empresas pequeñas pero ágiles, con el centro de decisión muy cerca de la realidad del mercado, capaces de cambiar de rumbo en tiempo récord y de jugar simultáneamente a corto y medio plazo. Ellas pueden evitar los icebergs cosa que “los Titanic” tienen más difícil. 
 
Y aunque resulta difícil dar consejos en tal situación, allá vamos: 

  • Hay que blindarse. Cuando los océanos se enfadan los buenos navegantes cierran las escotillas y permanecen con los ojos bien abiertos, el pulso firme en el timón y los pies en el suelo sintiendo los cambios más mínimos en el oleaje y el viento. Los recursos críticos – el talento del equipo, la disponibilidad financiera, las materias primas clave, la autonomía energética, etc. – bien asegurados y a salvo, porque su carencia o variación aumentan las posibilidades de naufragio haciendo menguar los resultados de los que depende nuestro futuro. 
     
  • La versatilidad es imprescindible. El viento sopla de forma variable, rola sin previo aviso y desaparece súbitamente dejando el barco varado en plena calma chicha, aquella que más temían los marinos cuando no se navegaba a motor. La capacidad de asumir cambio y transformarlo en oportunidades va a ser clave. Y la PYME es buena en esta materia. Porque es ligera y tiene más facilidad para la innovación. “Más de lo mismo” y “esperar a ver” no son estrategias viables. Quizás sea el momento de la revolución, tal como la entendía el maestro Jorge Wagensberg cuando decía que “Cambiar de respuesta es Evolución y cambiar de pregunta es Revolución”. El cambio de paradigma es tan brutal que deberemos refundar la relación de las empresas con sus stakeholders y abordar los negocios con herramientas nuevas que nos permitan sobrevivir.
     
  • “Sigue, sigue, no pares”, como decía el estribillo de una de esas canciones que pueblan nuestros veranos. Para muchas empresas, en este mundo post pandémico, 2022 ha sido un año excelente en resultados. El problema es que no se conocen en profundidad las causas. Una mezcla del efecto “huida” después de las limitaciones del confinamiento y el miedo de los mercados a la incertidumbre más allá de los dos meses ha afectado como un tsunami a todos los patrones de consumo y, como consecuencia, a todos los patrones de producción y comercialización.

    El miedo no debe paralizarnos. Porque es más que probable que la incertidumbre que lo genera haya venido a quedarse. Hay que aprender a navegar en unas aguas nuevas, donde sigue habiendo peces pero en las que las artes de pesca de que disponemos no sirven. La inspiración, como decía Picasso y salvando las distancias, debe encontrarte trabajando. 
  • Parar‐respirar‐reflexionar. Hay que reformular los valores. Esos que tanto se mencionan en las páginas web de las empresas, entre misión, visión y propósito. Esos que muchas veces han salido de la pluma de consultores o agencias de comunicación y que apenas recordamos. Los valores son algo muy serio. Y generar valor no es posible sin compromiso. 
     
    Recordemos que no existe planeta B, así que habrá que cuidar el que tenemos, siendo consecuentes en el abordaje de proyectos, en el respeto y la formación continua que permite retener el talento, en la visión a largo plazo, en el trabajo en equipo.

Viene temporal. Y en el temporal hay muchos cambios súbitos y muchos ángulos muertos pero también se vislumbran espacios que antes quedaban ocultos. Nuevas aguas, nuevos aparejos, tripulaciones motivadas y un capitán de primera, valiente y prudente a la vez. 
 
Buena navegación a todos. Que el barco os lleve a buen puerto. 
 
Raul Castellón es Profesor de Esade Business School y Director del programa para Directores Propietarios 

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