Blockchain: ¿una genialidad o una utopía?

Enrique Rueda-Sabater

Este artículo forma parte del ciclo de EsadeGeo sobre dinámicas transformadoras 

Las cadenas de bloques (blockchains) tienen el potencial de transformar los fundamentos de todo tipo de transacciones –mejorando su fiabilidad y eficiencia. Sus paladines ven paralelismos entre lo que estas cadenas pueden hacer para mejorar las transacciones y el seguimiento de los activos, y el papel que internet ha tenido en los flujos de información –e incluso consideran que va a suponer una transformación de internet (W3). Pero las aplicaciones más conocidas de blockchain (las criptomonedas y los tokens intangibles para objetos de colección de arte) están en nichos, son especulativas y parecen más una burbuja que una propuesta con potencial de estabilidad. ¿Tiene sentido, desde el punto de vista comercial, apuntarse ahora al carro de blockchain o es mejor considerar la fase actual como un episodio experimental en que es preferible mirarse las cosas desde una prudente distancia?

Prácticamente todos los activos pueden comercializarse o seguirse a través de las cadenas de bloques –ya sean tangibles (como la tierra o los objetos de arte) o intangibles (como las patentes o los derechos de autor). La denominación de blockchain se debe a su enfoque, basado en la tecnología de registro contable distribuido informatizado –presentación de datos en bloques sucesivos en que cada bloque verifica el contenido del anterior. Las transacciones basadas en blockchain pueden ejecutarse muy rápidamente y, en determinadas circunstancias, los costes de transacción pueden ser mucho menores que en las operaciones convencionales.

Las cadenas de bloques proporcionan información inmediata, transparente y auditable, almacenada en un libro mayor inmodificable. Además, en blockchain pueden almacenarse una serie de normas (o smart contracts) para que se ejecuten automáticamente. Estos contratos son exigibles mediante la ejecución inviolable de un código informático o por la aplicación legal de unos derechos y unas obligaciones (aunque no siempre pueden llegar a ser contratos legales convencionales, puesto que los regímenes reguladores aplicables específicamente a las transacciones de blockchain todavía son incipientes).

Prácticamente todos los activos pueden comercializarse o seguirse a través de las cadenas de bloques, ya sean tangibles o intangibles

El potencial de las cadenas de bloques para los negocios guarda relación con la confianza generada por el registro contable distribuido compartido, inmodificable y capaz de tratar con la máxima fiabilidad cada transacción o activo de forma exclusiva. Una red de blockchain puede hacer el seguimiento de los pedidos, los pagos, las cuentas, la producción y las cadenas de suministro. Todas las operaciones suelen derrochar esfuerzos de mantenimiento de registros duplicados y de validación de terceros. Los sistemas de mantenimiento de registros pueden ser vulnerables a los fraudes y a los ciberataques. Su limitada transparencia puede ralentizar la verificación de datos. Y, con la llegada de la internet de las cosas (IoT), los volúmenes de transacciones se han disparado –todo ello crea un terreno fértil para una solución como la que blockchain pretende ofrecer.

Para que la cadena de bloques resulte atractiva, es esencial que quienes tengan acceso a ella compartan una única perspectiva de la verdad y puedan ver toda la trayectoria de la transacción –proporcionando así mayor confianza, así como nuevas eficiencias y oportunidades. Lo que diferencia los dos principales tipos de cadenas de bloques es el acceso: las públicas, como Bitcoin, están abiertas a todo el mundo que tenga conexión a internet, mientras que las privadas se caracterizan básicamente porque limitan el acceso de sus miembros (se basan en permisos o consorcios).

La gran categoría de los activos criptográficos ha ido evolucionando en los últimos años para servir a una gran variedad de propósitos, que van desde la inversión especulativa a la reserva de valor, la conversión de moneda y los pagos (incluida la posibilidad de protegerlos del escrutinio público). La capitalización total de mercado de los valores en activos criptográficos alcanzó un máximo de casi 2 billones de dólares el tercer trimestre de 2021 y han seguido mostrando una gran volatilidad.

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Como ha señalado el FMI, el riesgo de los activos criptográficos requiere una estrecha supervisión, dadas las consecuencias que pueden tener a escala mundial y los inadecuados marcos jurídicos y de funcionamiento en que operan en la mayoría de las jurisdicciones. Entre los retos que plantea el ecosistema criptográfico se incluyen los riesgos a la integridad operativa y financiera de los proveedores de activos criptográficos, los riesgos de protección de los inversores en el caso de los activos criptográficos, y las reservas y la transparencia en el caso de las stablecoins.

Bitcoin (y el ingenio encubierto que hay tras él) ha sido el pionero y hasta 2021 representaba poco más de la mitad del valor total de los activos criptográficos. Su intencionada parquedad y su fuerte seguimiento han sido los principales factores que explican la explosión de precios que se ha producido, pero su futuro se ve empañado por su papel como vía de canalización de fondos ilícitos, por la cuestión de si se trata de una reserva de valor fiable y por las enormes exigencias energéticas que requiere la minería de Bitcoin –que se ha descrito como un proceso de derroche de energía de forma competitiva. Sea cual sea su suerte, el Bitcoin sin duda ha preparado el camino para una gran oleada de innovaciones en materia de finanzas criptográficas y para un uso más extensivo de blockchain.

La cuota de mercado de Bitcoin se ha ido reduciendo de forma progresiva, básicamente a costa de Ether y de otras plataformas con smart contracts. Ether es la moneda de la blockchain Ethereum y en torno a ella se está desarrollando rápidamente un rico ecosistema criptográfico. Es esta capacidad de generar un nuevo ecosistema digital lo que ha alimentado las visiones más utópicas de blockchain con respecto a internet (W3).

Si bien las criptomonedas han sido los activos criptográficos más destacados hasta el momento, plataformas como Ethereum están abriendo la puerta a una gran variedad de nuevos activos criptográficos, que suelen denominarse tokens (entradas digitales en un libro mayor distribuido o ledger de blockchain que registra la propiedad u otros derechos), que pueden representar el control sobre un recurso natural de blockchain o un activo del “mundo real”.

La cuota de mercado de Bitcoin se ha ido reduciendo de forma progresiva, básicamente a costa de Ether y de otras plataformas con smart contracts

Plataformas como Ethereum proporcionan una base a partir de la cual pueden desplegarse tokens no fungibles” (NTF). Los NTF son básicamente activos digitales con códigos únicos de identificación y metadatos registrados en ledgers de blockchain que representan la propiedad y la autenticidad de los activos tangibles o intangibles únicos que llevan asociados. Los NFT son activos digitales que se comercializan online, a menudo con criptomonedas, y generalmente están codificados en smart contracts en una cadena de bloques. Contienen en su código información que describe las propiedades de cada token, que lo hacen diferente de los demás; por ejemplo, una obra de arte digital puede tener codificada la información de cada uno de sus píxeles.

Prácticamente todos los activos únicos pueden representarse por NFT –obras de arte reales, viviendas, automóviles, botellas de vino, y también los activos digitales, como las imágenes, los documentos, los vídeos y los tweets. Las cadenas de bloques y los NFT tienen el potencial de servir a múltiples propósitos –funcionales o lúdicos. Hasta el momento, los NFT más destacados (y pintorescos) han sido las obras de arte (entendiendo arte en un sentido muy amplio), así que vale la pena observar su evolución.

Los NFT permiten a los coleccionistas valorar el arte digital del mismo modo que el arte físico, lo cual brinda nuevas oportunidades para los artistas digitales. Cualquier persona puede, en teoría, copiar un archivo digital tantas veces como guste, incluyendo el arte contenido en un NFT; pero los NFT se han diseñado para ofrecer algo en el ámbito digital que esté protegido frente a la réplica: la propiedad de la obra.

Tras su eclosión inicial en 2017 (en que jugó un papel destacado el juego CryptoKitties), el volumen de mercado de los NFT se mantuvo básicamente estable hasta julio de 2020, y a partir de entonces ha experimentado un gran crecimiento, alimentado por el éxito de unos pocos proyectos que utilizaban la blockchain Ethereum y por algunas adquisiciones concretas de obras de arte de gran visibilidad.

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Las ventas totales (en dólares) desde mediados de 2017 han ascendido a casi 15.000 millones de dólares (gran parte de esta suma se explica por el reciente incremento del precio del ETH). El aumento de valor refleja un impulso peculiar de la demanda y no es debido únicamente al incremento de precio en 2021 del Ether (la criptomoneda que se utiliza en Ethereum), como puede verse en el gráfico que ilustra los valores con el ETH deflactado.

Diez proyectos de NTF, según datos de nonfungible.com, representaban más de la mitad del valor de las ventas, las cuales fueron superiores a los 8.000 millones de dólares. Los tres principales proyectos (CryptoPunks, Axie Infinity y Bored Apes Yatch Club) suponían, cada uno de ellos, una octava parte del valor de todas las ventas de NTF.

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Por ejemplo, se han producido diez ventas, de más de 1,5 millones de dólares cada una, de imágenes de Bored Ape –unas operaciones difíciles de entender, observando las imágenes en cuestión. Los tres precios de venta más elevados han correspondido a CryptoPunks (que se han comercializado a más de 2.000 ETH o 8 millones de dólares cada uno) –que son avatares que originariamente podían obtenerse gratis, pero al final solo se generaron 10.000 con un algoritmo de 2017, lo cual ha creado una rareza artificial que de algún modo se ha convertido en valiosa (por lo menos mientras dure la burbuja).

Bitcoin, los CryptoPunks y otras aplicaciones exuberantes de blockchain pueden convertirse o no en nichos o bien resultar efímeras, pero sea cual sea su capacidad de resistencia ya han servido para aprender valiosas lecciones sobre el funcionamiento y la escalabilidad de las cadenas de bloque y pueden preparar el camino para otras valiosas aplicaciones de los libros mayores distribuidos, aunque sean más prosaicas y mundanas.

Los NTF pueden suponer la antesala de nuevos instrumentos para gestionar la propiedad de los activos, su procedencia y la provisión de servicios

Hoy en día, los NTF pueden suponer la antesala de nuevos instrumentos para gestionar la propiedad de los activos, su procedencia y la provisión de servicios. Herramientas como los NTF en cadenas de bloques públicas podrían ser útiles, por ejemplo, para verificar licencias y certificaciones o para facilitar la propiedad fraccional de los inmuebles –lo cual permitiría poner en valor ciertos activos antes ilíquidos. Para la industria financiera, podrían aportar una base para el cumplimiento normativo en el contexto de la due diligence y la autenticación de los clientes (know-your-customer authentication), y ofrecer un método para guardar información de forma segura e inviolable –lo cual podría ser muy útil también en el campo de la asistencia sanitaria.

Las cadenas de bloque privadas pueden tener también un gran potencial, incluso para gestionar redes de suministro y garantizar la seguridad de las transacciones, y convertirse en una parte integrante de los procesos comerciales de todo tipo, mejorando su eficiencia y fiabilidad, especialmente cuando muchas partes necesitan compartir, actualizar y confiar en datos que utilizan conjuntamente, o cuando intervienen muchos factores de verificación.

Es una realidad que va cambiando constantemente. Las concreciones actuales de cadenas de bloques acaso deban ser consideradas todavía ensayos, pero vale la pena observarlas –aunque sin caer en visiones utópicas acerca de su potencial–, porque podrían transformar la gestión de los procesos de negocio, mejorar su eficiencia operativa, proporcionar resiliencia y –en caso de estar diseñadas de forma adecuada– convertirse en una nueva fuente de ventaja competitiva.

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