

Impuesto sobre ganancias extraordinarias: ¿distribución de la riqueza o suicidio económico?

Desde septiembre y hasta final de año, los trayectos cortos y de media distancia serán gratis en España, y serán financiados por un impuesto sobre los beneficios “caídos del cielo” de los bancos a las empresas energéticas. El impuesto, que se estima recaudará alrededor de 7.000 millones de euros, también se utilizará para construir 12.000 nuevas viviendas y financiar programas de becas para jóvenes.
Italia introdujo una tasa única del 25% para las compañías energéticas en mayo (aunque varias energéticas ignoraron la fecha límite del primer pago -junio-). En Francia, el presidente Macron ha dicho recientemente que los impuestos a los beneficios inesperados es “el enfoque más justo y eficaz” para gestionar la crisis de los precios de la energía, mientras que Portugal ha descartado medidas similares.
En Alemania, los ingresos por este tipo de impuestos se utilizarán para reducir el recibo de energía de las personas y de los negocios. “Hay ganancias excesivas por parte de algunos productores, quienes simplemente pueden aprovechar la situación de que el precio muy alto del gas determina el precio de la electricidad y, en consecuencia, ganan mucho dinero,” afirmó el Canciller Olaf Scholz en una rueda de prensa.
Refiriéndose a los “muchos, muchos miles de millones” de ganancias excesivas de los proveedores de energía en particular, Scholz añadió: “Estamos firmemente decididos a cambiar las reglas del mercado de forma que estos beneficios “caídos del cielo” no se produzcan más, o se eliminen”.
Reino Unido, mientras tanto, ha optado por subvencionar a las compañías energéticas con 130.000 millones de libras de fondos públicos para limitar la factura de la energía de los hogares y las empresas.
La crisis energética y los debates sobre cuál es la mejor manera de resolverla se producen después de un aumento constante de la brecha entre ricos y pobres. Si bien Europa tiene los niveles de desigualdad de riqueza más bajos del mundo, el Informe de Desigualdad Mundial 2022 pinta un panorama global sombrío.
“El 10% más rico de la población mundial actualmente recibe el 52% de los ingresos mundiales, mientras que la mitad más pobre de la población gana el 8,5%”, indica el informe.
“Las desigualdades de riqueza global son aún más pronunciadas que las desigualdades de ingresos. La mitad más pobre de la población mundial apenas posee riqueza, solo el 2% del total. En contraste, el 10% más rico posee el 76% de toda la riqueza”.
Con unas desigualdades tan marcadas y crecientes, ¿por qué la redistribución de la riqueza mediante impuestos a los beneficios extraordinarios – en particular los del sector energético – no es un caso abierto y cerrado?
Según el Financial Times, adherirse a sistemas fuertes es esencial para garantizar sociedades estables. Según argumentó este medio en una editorial publicada en febrero, los impuestos a las ganancias inesperadas son una mala idea porque “agravan la incertidumbre y distraen la atención de la necesidad de buscar una reforma bien pensada”.
“Un buen sistema de impuestos debería establecer de forma clara, y de antemano, qué impuestos se van a aplicar sobre un individuo o una entidad. La estabilidad es clave para promover tanto la inversión como el gasto, fundamentales ambos para generar crecimiento económico. Las regulaciones predecibles y constantes son identificadores de una sociedad regida por el estado de derecho”.
El Fondo Monetario Internacional también insta a la cautela en relación con “impuestos temporales o mal diseñados”.
En una guía publicada en agosto de 2022, el FMI explicó: “La presión política para aumentar los ingresos procedentes de los segmentos del sector energético que pueden disfrutar de ganancias inesperadas temporales es comprensible, pero el argumento a favor de los impuestos de renta fija en el sector de la electricidad no es sólido”.
“En un momento en el que la prioridad clave debería ser incentivar la diversificación energética lejos de los combustibles fósiles, se mezcla especialmente el efecto discriminatorio de un impuesto dirigido a los productores de energía. La introducción de un impuesto temporal sobre las ganancias extraordinarias reduce la inversión futura porque los inversores potenciales internalizarán la posibilidad de impuestos potenciales al tomar decisiones de inversión”.
“Es más, en muchos casos, los impuestos en respuesta a las subidas de precios pueden sufrir de problemas de diseño, dado su carácter expeditivo y político. Esto exacerba el daño a la inversión y podría reducir los suministros existentes; por ejemplo, los impuestos sobre los ingresos brutos distorsionan especialmente y pueden exacerbar la inflación si aumentan los costos marginales para un gran conjunto de proveedores”.
Sin embargo, según Enric R. Barlett Castellà, profesor asociado de derecho público de Esade, “la intervención del gobierno en los mercados es lógica en ciertas circunstancias, como cuando funcionan manifiestamente mal”.
“Esto pasó el 8 de marzo a las 21:00 h, cuando la tecnología hidráulica, usando infraestructuras que están en su mayoría amortizadas, marcaron un precio de casi 655€ por MWh a pesar de que los costos eran de 3 a 10€ por MWh de promedio”, afirma Castellà.
Esta premisa, explica, concuerda con la categoría 2 de las propuestas sobre los impuestos extraordinarios de la Agencia para la Cooperación de los Reguladores de la Energía: Impuesto sobre los beneficios extraordinarios para redistribuir el impacto de los altos precios de quienes se considera que ganan más a quienes están sufriendo más.
“El beneficio “excesivo”, es la diferencia entre los ingresos derivados de precios extraordinariamente altos de electricidad, y el beneficio “normal” que un participante en el mercado podría, razonablemente, haber esperado en base a sus costes de generación, de inversión inicial, etc.”, añade Castrellà.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, está de acuerdo con este enfoque: “Las fuentes de energía bajas en carbono están generando ingresos inesperados, que no reflejan sus costos de producción”, dijo en un comunicado emitido en septiembre. “Ha llegado el momento de que los consumidores se beneficien de los bajos costos de las fuentes de energía bajas en carbono, como las energías renovables”.
“Las compañías de petróleo y de gas han obtenido también ganancias masivas. Por lo tanto, propondremos que haya una contribución solidaria de las empresas de combustibles fósiles. Porque todas las fuentes de energía deben ayudar a superar esta crisis”.
En un encuentro extraordinario del Consejo de Energía en Bruselas celebrado el 9 de septiembre, los ministros hicieron énfasis en la necesidad de una acción europea coordinada a corto y largo plazo. Las medidas que está considerando la Comisión Europea incluyen limitar los ingresos de los productores de energía para beneficiar a los consumidores europeos e introducir instrumentos de liquidez de emergencia para garantizar que los participantes del mercado tengan suficiente garantía.
Por su parte, von der Leyen reiteró en su discurso sobre el Estado de la Unión del 14 de septiembre, su compromiso con los impuestos sobre las ganancias “caídas del cielo”. “En estos momentos es un error recibir ingresos y ganancias extraordinarias record beneficiándose de la guerra y a costa de nuestros consumidores. En estos momentos, las ganancias deben compartirse y deben ser canalizadas hacia aquellos que más los necesitan”, afirmó.
La situación sigue bajo revisión y se esperan nuevas propuestas al respecto.
Pero el mensaje desde le UE es clara: canalizar ganancias extraordinarias a los Estados miembro para dar apoyo a los hogares vulnerables y a los negocios mientras se invierte en energía renovable.
“La transición energética tiene costes elevados”, reconoce Castellà. “A corto plazo podemos disimular su impacto poniendo un tope al gas; pero mitigar estos costos o compensarlos a medio y largo plazo, sin que descarrile el cambio, requerirá altas dosis de imaginación y determinación para definir cómo distribuirlos”.
“Pero el premio final bien merece la pena”.

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