Olas de economía circular
Este artículo forma parte del ciclo de EsadeGeo sobre dinámicas transformadoras
La economía circular gira en torno al diseño, la fabricación, la distribución y el consumo para evitar la generación de residuos y contaminación manteniendo en uso productos y materiales el mayor tiempo posible. Contrasta con la economía lineal, donde extraemos recursos, fabricamos productos, los usamos y luego los desechamos. Aunque en la práctica ambas tienen que coexistir, la gran pregunta hace referencia al peso relativo de la circularidad en la economía.
Avanzar hacia una mayor circularidad tiene implicaciones generalizadas para los modelos de negocio, comportamientos individuales y normativas. Durante la última década y media hubo una fuerte ola en esa dirección, con muchas características que cobraban cada vez una mayor importancia, entre ellas las preferencias de los consumidores por los envases reciclados y la prohibición de las pajitas de plástico y otros productos de un solo uso.
El gráfico muestra un indicador (la contribución de los materiales reciclados a la demanda global) del progreso de la circularidad durante el período 2004-2019. Como los 28 países miembros de la UE (antes del Brexit) comprenden una gama de dinámicas diferentes que resulta en tasas superiores a 20 en Bélgica, Francia y los Países Bajos en un extremo del abanico, y tasas por debajo de 5 en Bulgaria, Grecia, Irlanda y Rumanía en el otro, es probable que represente de un modo razonable la situación en los países de ingresos medios y altos.
La reconfiguración de la industria del packaging reflejó la fuerza de esa ola. Donde anteriormente la sostenibilidad era una característica “deseable”, no esencial, que adoptaban algunas empresas, muchos grandes operadores (fabricantes y minoristas por igual) iniciaron programas para hacer su packaging más respetuoso con el medio ambiente mediante materiales más sostenibles y el reciclado. Las empresas de gestión de residuos también aceleraron el ritmo para cambiar su desempeño y promover lo que se dio en llamar la Economía Circular, basada en el reciclaje y los materiales multiuso. Respondían al escrutinio regulatorio y la presión de los consumidores, y esperaban mucho más.
Luego llegaron 2020 y la resaca generada por la pandemia: la higiene y la distancia superaron a todas las demás preocupaciones. La sostenibilidad pasó a un segundo plano en beneficio de la seguridad y la utilización de plásticos de un solo uso empezó a repuntar. Un aumento significativo de las entregas a domicilio añadió más leña al fuego del uso del cartón como consecuencia del crecimiento del comercio electrónico, lo que hizo que la producción de envases de cartón progresara a un ritmo bastante más rápido que la producción global, y se incrementó la demanda de envases.
El aumento de las necesidades de envasado relacionadas con la pandemia afectó no solo a los productos sino también a las comidas de los restaurantes que antes se consumían en platos y vasos lavables. El resultado se puede vislumbrar en el retroceso del indicador Circularity Gap, que descendió del 9,1 al 8,6 en los últimos dos años. Preguntas importantes para muchas empresas son qué grado de retroceso representará esto para la circularidad y si ello va a llevar a una suavización de la presión normativa y para los consumidores o, lo que es quizás más probable, a tan solo una pausa desde la que la circularidad surgirá con ímpetu renovado.
Para mantener los niveles de consumo en este planeta necesitamos reutilizar
Si bien había existido una larga tradición de circularidad (que todavía predomina, por necesidad, en algunos países), la razón por la que la economía lineal globalizada ha prosperado es porque ofrecía elevados beneficios a los fabricantes de todo el mundo y precios económicos a los consumidores de las naciones desarrolladas. Pero este modelo de costes bajos y alta rentabilidad solo es posible en la medida en que no pongamos precio al coste de los residuos, la contaminación y las emisiones de carbono integrados en el sistema.
Aunque la pandemia ha creado nuevos obstáculos a la circularidad, la presión creciente en favor de la acción climática bien podría dar como resultado una nueva ola de circularidad, que se considera como una contribución a la hora de abordar los desafíos medioambientales. Shalini Unnikrishnan (BCG) lo resume bien: para mantener los niveles de consumo en este planeta necesitamos reutilizar, por lo que es crítico que empecemos a pensar no sobre el fin de la vida de los productos sino en el próximo uso de esos productos y en cómo pueden convertirse en circulares.
El cartón y el papel son una causa importante del problema medioambiental, especialmente por su impacto sobre la deforestación. Alrededor del 80% de todos los productos vendidos en Estados Unidos y la Unión Europea se envasan en cartón. En los Estados Unidos, se desechan cada año 850 millones de toneladas de papel y cartón, lo que equivale a unos mil millones de árboles y subraya la necesidad de enfoques alternativos para el embalaje.
Pero el papel y el cartón también son un ejemplo destacado del potencial del reciclaje. Queda aún mucho por hacer y la economía del reciclaje ha demostrado ser todo un reto para los municipios. Aun así, los progresos en el reciclaje de papel y cartón han sido impresionantes: los datos relativos a los municipios estadounidenses muestran que el porcentaje de residuos de papel y cartón reciclado ha pasado de representar menos de una tercera parte del total en 1990 a más de dos terceras partes en la actualidad.
El plástico supone un desafío importante ya que relativamente poco se recicla de un modo efectivo: por ejemplo, en los municipios estadounidenses se recicla menos de la décima parte de los residuos plásticos y las tasas más elevadas de reciclado en otros países no llegan aún a la cuarta parte. El uso del plástico se ha extendido con rapidez, pues sus ventajas de versatilidad, apariencia, comodidad e higiene le han hecho tener una enorme presencia en la vida moderna. Pero el plástico es un derivado de un recurso no renovable, en buena parte difícil de reciclar y una cantidad demasiado grande de este material se abre camino hacia los océanos y cursos de agua con efectos muy dañinos sobre la vida salvaje. Todo ello lo convierte en un objetivo importante para los activistas y reguladores medioambientales.
Como resultado, cada año se genera una gran cantidad de desechos plásticos (que se acerca rápidamente a los 100 kg por persona en todo el mundo, con importantes diferencias entre países), la mayor parte de los cuales no se recicla. Gran parte de ese volumen (alrededor de 8 millones de toneladas métricas) ingresa a los océanos, lo que se suma al desafío de limpieza que representan los 150 millones de toneladas que se calcula que circulan actualmente en mares y océanos dañando la fauna marina.
Los desafíos del reciclaje varían entre los muchos tipos de productos de plástico en uso: la fabricación de plástico reciclado de alta calidad a partir de la mezcla de residuos de embalajes aún representa un reto, especialmente si se compara con la recogida de botellas de vidrio de un solo material. El desafío varía también en función del uso que se pretende dar a los envases reciclados: tienen que ser seguros para la salud humana y para el medio ambiente. En lo que se refiere a los líquidos, por ejemplo, este requisito varía según se trate de productos alimentarios que serán ingeridos, de productos para el cuidado personal que entrarán en contacto con la piel o de otros productos que se utilizan solo a distancia. Ya existen estándares industriales y normativos para la “calidad alimentaria” y se puede esperar que se endurezcan a este respecto y que surjan para otros usos.
Otro desafío es el relacionado con la apariencia. Una ventaja importante de los envases de plástico es su versatilidad para incorporar colores e imágenes alineados con la identidad corporativa o para evocar atributos que satisfacen las preferencias “soft” del consumidor. Las impurezas y los diferentes colores presentes entre los materiales descartados plantean una especial dificultad, sobre todo por el problema que suponen los plásticos oscuros porque el material reciclado no se puede utilizar para fabricar envases de colores claros.
Cuando el contenido reciclado se incorpora en plásticos, el color resultante a menudo es grisáceo u opaco. Para los consumidores, esto a veces puede resultar desagradable. En teoría, si las opciones son una botella de plástico virgen en un color atractivo, o una botella de color gris fabricada a partir de plástico reciclado, en aras de un mundo más sostenible todos escogeríamos la botella gris… pero en la práctica puede que este no sea el caso y esta circunstancia se deberá superar con educación y creatividad.
Además de las limitaciones estéticas, existen también limitaciones de calidad que pueden hacer más difícil el procesado del material o bien reducir su eficiencia. Las impurezas como las materias extrañas, por ejemplo, afectan negativamente a la calidad y conducen a un aumento de los costes de procesado. Los materiales reciclados, por consiguiente, tienen que cumplir una serie de requisitos clave relativos a su seguridad, rendimiento y calidad, lo que requerirá soluciones innovadoras.
El efecto resaca de la pandemia contra la circularidad puede no ser duradero (menos del 15% de los encuestados en un sondeo de Euromonitor esperaban que tuviera efectos permanentes) pero está proporcionando una oportunidad de repensar las prioridades y los conflictos de objetivos tanto desde la perspectiva reguladora como desde la del consumidor. El impulso sobre la acción climática continuará aumentando y el efecto combinado de una nueva ola de circularidad y las presiones medioambientales tendrán efectos generalizados.
Las empresas fabricantes que se pregunten cómo entregar sus productos en lugar de cómo entregar packaging y cómo comprometerse con las cadenas de suministro y los consumidores para superar la inercia de anticircularidad (incluyendo sobre todo el uso de plástico virgen derivado de combustibles fósiles) estarán mucho mejor posicionadas para gestionar las exigencias de cualquier ritmo de transición medioambiental que se espere o exija.
Los operadores logísticos y de comercio electrónico también pueden concluir que las necesidades de circularidad tanto normativas como de los consumidores aumentan rápidamente y su respuesta no se puede improvisar. Pero el impacto de la circularidad no es solo que requerirá nuevas formas de envasado y entrega de productos. También creará oportunidades en ámbitos como la reutilización o la tecnología del reciclaje para los emprendedores que estén alerta al cambio e incorporen la circularidad en sus modelos de negocio.
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