

La moral selectiva: de qué modo el contexto social afecta a los valores morales

Los valores morales son unos criterios para la vida social que regulan nuestro comportamiento. Los utilizamos para guiar nuestras acciones y reacciones, y constantemente vamos introduciendo pequeños reajustes en función del contexto de la situación en que nos encontremos.
Permitir una cierta flexibilidad en lo que juzgamos como moralmente aceptable es una herramienta cognitiva esencial que nos permite desenvolvernos en la vida diaria; aplicamos distintos de criterios y expectativas para el caso de un joven trabajador sin experiencia que para un directivo experimentado.
Pero ¿que determina qué niveles de flexibilidad estamos dispuestos a aplicar para lograr un resultado que percibimos como moralmente correcto? ¿Con qué rapidez estamos dispuestos a abandonar nuestros valores cuando nos enfrentamos a un interrogante, cuando hacer lo moralmente correcto nos causaría un perjuicio a nosotros y a nuestros seres queridos?
¿Que determina qué niveles de flexibilidad estamos dispuestos a aplicar para lograr un resultado que percibimos como moralmente correcto?
Para arrojar luz sobre esta maraña moral, el profesor de Esade Jordi Quoidbach, junto con Daniel A. Yudkin, Ana P. Gantman y Wilhelm Hofmann, han analizado cómo afecta el contexto social a la importancia moral. Para realizar su estudio estructurado en seis partes, se han servido de una aplicación móvil diseñada a medida para registrar repetidamente las experiencias de 1.166 personas y sus contextos, que han combinado con una encuesta a gran escala, experimentos de laboratorio y algunos ensayos controlados.
Los resultados, publicados en la revista Nature Communication, revelan que las personas “activan selectivamente” distintos valores morales en situaciones de grupo, en función de las demandas de la situación social. Pero, cuando se trata de los valores morales individuales –los que configuran nuestras creencias acerca de nuestros propios derechos y libertades–, el contexto social no tiene impacto alguno.
En otras palabras, los valores morales que aplicamos a los demás están influenciados por las personas que tenemos más cerca.
El código moral movible de la sociedad
Jordi Quiodbach lo explica así: “Las investigaciones precedentes indican que existen dos grupos de valores morales: los vinculantes, que gobiernan el comportamiento en grupo, y los individualizadores, que se refieren a los derechos y las libertades personales.
“Dado que las personas tienden a activar mentalmente determinados conceptos en situaciones que les resultan útiles, la importancia que atribuyen a los valores morales puede variar en función de con quién están en cada momento. Los valores vinculantes ayudan a regular el comportamiento comunitario, de modo que podemos otorgar más importancia a estos valores cuando estamos en presencia de otras personas que nos resultan más próximas –o distantes. Así pues, la mera presencia de los demás puede afectar al pensamiento moral.”
Los valores vinculantes ayudan a regular el comportamiento comunitario, de modo que podemos otorgar más importancia a estos valores cuando estamos en presencia de otras personas que nos resultan más próximas
Considerando la moralidad como el elemento aglutinador que cohesiona la sociedad, es importante examinar el contexto social de sus influencias para entender por qué las personas pueden reaccionar de formas que difieren de su punto de vista moral. La investigación precedente explica este hecho con varios argumentos, entre ellos la mera hipocresía o la tendencia natural a proteger a los seres más queridos y a repartir el castigo personal, además de la implicación que también tiene el propio interés personal.
La tercera explicación de Quiodbach, a saber, que los valores morales “se ven activados” en determinados contextos, permite entender mejor las incongruencias del comportamiento moral, afirma.
“Esta ‘activación moral’ puede desempeñar un rol funcional y llevar a las personas a seguir los valores morales relevantes en un contexto relacional dado y a controlar la observancia de estos valores en los demás. Las violaciones de los valores individuales pueden considerarse incorrectas, independientemente del lugar y del momento en que se produzcan, con lo cual la importancia que las personas les atribuyen no se ve afectada por las personas con quienes conviven. Pero, puesto que los valores vinculantes conciernen las obligaciones morales conferidas por unas determinadas relaciones sociales, pueden estar sujetos especialmente a la influencia social.”
La psicología de la moralidad
Las conclusiones de Quiodbach y sus coautores ofrecen una nueva perspectiva en el contexto práctico de unos valores vinculantes e individuales contrapuestos.
“Por ejemplo, los estudios sobre la psicología de la denuncia de irregularidades indican que la decisión sobre si reportar o no un comportamiento no ético en nuestra organización refleja una situación de compromiso entre mantener la fidelidad a la propia comunidad y velar por la justicia en la sociedad en general”, explica.
Las personas somos más proclives a actuar conforme a unos valores vinculantes cuando estamos cerca de otras personas que nos resultan cercanas
“Otras investigaciones han descubierto que el hecho de que aumente o disminuya la distancia psicológica de las personas con respecto a una situación repercute en el grado en que aplican a dicha situación unos principios vinculantes o individualizadores. Por ejemplo, instar a las personas a adoptar una perspectiva de desapego, en vez de implicación, con respecto a sus propias acciones las hace más proclives a aplicar unos principios imparciales a la hora de sancionar a los demás por sus transgresiones morales. Por contra, inducir sentimientos de empatía hacia los demás incrementa las probabilidades de que las personas muestren un cierto trato de favor hacia los demás en caso de violación de las normas generales de la justicia.
“Nuestro trabajo pone de manifiesto un proceso psicológico que puede ayudar a explicar estos patrones de comportamiento: las personas somos más proclives a actuar conforme a unos valores vinculantes cuando estamos cerca de otras personas que nos resultan cercanas, porque este contexto relacional activa estos valores en nuestra mente.”

Motivaciones morales
La investigación previa indica que las relaciones son reguladas por cuatro motivaciones morales –unidad, jerarquía, igualdad y proporcionalidad–, o que la moral es pluralista y distingue entre conceptos personales e impersonales como el autocontrol y la laboriosidad. Las conclusiones de Quiodbach apuntan algunas nuevas áreas de estudio.
“Las ulteriores investigaciones pueden examinar provechosamente de qué modo los distintos contextos relacionales repercuten en la importancia de los valores morales, más allá de la dicotomía entre valores vinculantes/individualizadores”, señala. “También podrían investigar cómo interactúan determinados valores, como la justicia, la lealtad y la pureza, ante determinados contextos sociales.”
“Por ejemplo, es posible predecir que valores como el respeto (aunque no necesariamente la lealtad) pueden entrar en juego al interactuar con nuestro jefe corporativo. Nuestro análisis indica que hay más de esto en este caso que la mera activación uniforme de todos nuestros valores vinculantes. Si bien nuestras conclusiones se refieren al gran impacto que tienen las personas que nos resultan próximas en nuestros valores vinculantes o individualizadores, es importante que los futuros estudios especifiquen más concretamente cuáles son las condiciones sociales que activan determinados valores en particular.”
“Entender hasta qué punto el contexto social puede influir en el procesamiento implícito de la información moral constituye un campo de estudio prometedor en el futuro.”

Profesor titular, Departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade
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