El auge y el impacto del emprendimiento social
Cada vez son más las empresas que reconocen la importancia de generar un valor social y medioambiental que vaya en paralelo al rendimiento financiero.
Este artículo forma parte de la serie ‘Transformaciones Inspiradoras’, promovida por el Esade Entrepreneurship Institute con motivo de su 30.º aniversario.
El campo del emprendimiento social se ha desarrollado notablemente en las dos últimas décadas, cuando miles de empresas de todo el mundo han adoptado enfoques emprendedores para abordar los desafíos sociales y medioambientales. Una transformación que ha contado con el apoyo de un ecosistema de incubadoras y aceleradoras, inversores, reguladores, así como otros intermediarios y agentes del mercado.
El crecimiento del emprendimiento social no solo se ha manifestado en la práctica, sino también en el ámbito académico. Se ha convertido en un campo de estudio consolidado en las escuelas de management, que intentan comprender, entre otras cuestiones, las particularidades de los perfiles de los emprendedores sociales, las tensiones que surgen al combinar la lógica del negocio con los aspectos sociales, el potencial de los modelos de negocio híbridos para abordar los desafíos sociales y la legitimidad y el desarrollo del sector.
En la actualidad, el Esade Center for Social Impact, el Esade Entrepreneurship Institute y eWorks colaboran para formar a los estudiantes y a emprendedores de impacto externos a través de cursos y programas de aceleración, centrándose en temas como el desarrollo y la gestión de modelos de negocio basados en el impacto, el análisis del papel de las startups tecnológicas de impacto para de abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y promoción efectiva del estudio de nuevos modelos empresariales y su validación a través de la práctica de la gestión y la medición del impacto.
Hacia una economía de impacto
El estado actual del sector es positivo, en general. No solo hay muchas empresas sociales que ya están prosperando, sino que también crece el número de empresas convencionales que están integrando los aspectos relacionados con el impacto en sus procesos de toma de decisiones. En este sentido, el emprendimiento social ha tenido una influencia positiva promoviendo lo que conocemos como economía de impacto. Cada vez son más las empresas que ya reconocen la importancia de generar un valor social y medioambiental paralelo al rendimiento financiero.
La medición del impacto, la transparencia y la rendición de cuentas deben ir de la mano de la innovación social
Como señala el European Social Enterprise Monitor (ESEM), un estudio coordinado en 21 países europeos sobre el estado del emprendimiento social y en que Esade es el partner de España, se observa un crecimiento acelerado y una expansión del sector: pese a que numerosas empresas sociales son relativamente pequeñas y jóvenes, ya operan en todos los sectores económicos y el 91% aspiran a escalar de forma sostenible.
Los desafíos futuros
Pese a ello, persisten algunos desafíos. Por ejemplo, muchas causas sociales y medioambientales pueden beneficiarse de enfoques empresariales y emprendedores, pero las organizaciones que las impulsan pocas veces logran generar grandes rendimientos económicos. Es necesario llevar a cabo más investigaciones para comprender los desafíos y las oportunidades singulares que ofrecen estos modelos híbridos y explorar las iniciativas sistémicas que pueden tener más impacto en múltiples frentes.
Con el apoyo continuo del ecosistema y las investigaciones en curso, el emprendimiento social tiene el potencial de generar un impacto duradero, más allá de las empresas concretas, y abordar las cuestiones más candentes de nuestro tiempo. Como ocurre con otras prácticas que surgen en la confluencia entre los ámbitos empresarial y social, el emprendimiento social deberá hallar el equilibrio adecuado entre aprovechar las prácticas empresariales y financieras que puedan ayudar a las organizaciones a crecer y ser más eficientes y, al mismo tiempo, mantener su firme propósito social.
En otras palabras, la medición del impacto, la transparencia y la rendición de cuentas deben ir de la mano de la innovación social, de los nuevos comportamientos de la empresa y del consumidor y del objetivo del cambio sistémico.
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