Nueve cualidades del liderazgo basado en valores para las alianzas sostenibles
Los líderes de las alianzas basadas en valores necesitan tener estas cualidades para entender cómo gestionar la complejidad, promover la colaboración y contribuir a un cambio positivo.
En las alianzas basadas en valores, las personas trabajan juntas para hacer realidad una ambición compartida. El mundo en que operan hoy los líderes es complejo, confuso y en cambio constante. Para comprender esta complejidad, necesitamos líderes que tengan distintas perspectivas y cualidades, dispuestos a crear y a desarrollar alianzas basadas en valores para contribuir a un mundo mejor. En este artículo, describimos nueve cualidades de los líderes de las alianzas basadas en valores.
Dar sentido a los eventos
Los líderes que se mueven por valores son de gran importancia. La capacidad de dar sentido se basa en las interacciones en las relaciones entre los miembros de la alianza y entre la alianza y su entorno. Las personas crean sentido a partir de los eventos que viven y de los valores y las creencias que comparten. Estos valores y creencias surgen de eventos pasados y distorsionan nuestra visión del presente. Nuestros valores y creencias se alimentan de la historia, las historias y los eventos del pasado, y se sostienen por las expectativas de las personas sobre cómo debemos comportarnos.
Atreverse a cuestionar los patrones
Los líderes que se mueven por valores buscan la ocasión de romper patrones arraigados de pensamiento. Ello requiere conocer los motivos y los puntos de partida de los miembros que se reúnen en la alianza. Solo si los miembros conocen sus respectivos valores y creencias podrán crear un espacio compartido que dé cabida a nuevas formas de pensar juntos. Estos nuevos métodos de trabajo crean imágenes adicionales de la realidad. Los relatos sobre la historia de la alianza aportan algo al lenguaje cotidiano y dan paso a nuevos significados. Los patrones de colaboración cambian la rutina diaria y las personas actúan de forma colectiva. Con sus acciones, se incorporan al flujo de eventos y contribuyen a introducir cambios en la alianza y en el mundo que les rodea.
Visión global
Se requiere una visión global para dar sentido a la complejidad: estar abierto a lo que está sucediendo en el mundo, observando los numerosos eventos que se suceden y sus variaciones. Desde esta perspectiva, no basta con conocer qué está ocurriendo a escala global. También hay que saber ver los eventos locales únicos y prestar atención a las diferencias, precisamente para ser capaces de darles respuesta. La visión global debe combinarse con la atención a lo que está sucediendo a escala local, donde surgen tensiones y nuevas oportunidades. Una percepción compartida de la situación local en relación con los desarrollos globales requiere intercambios por parte de los miembros de la alianza, con una mentalidad abierta y dispuestos a hacer frente a las tensiones y a discutirlas con los demás. El liderazgo en las alianzas es, pues, un liderazgo compartido.
Visión analítica
Para interpretar cuestiones complejas, se requiere una visión analítica que permita desentrañar la complejidad, entender las dinámicas que hay detrás de ella y examinar cómo abordar estas dinámicas. Hacer un buen análisis es tener la mitad de la partida ganada y supone un paso adelante importante. Analizar qué está pasando con los demás miembros de la alianza y compartir los resultados de ese análisis con ellos reporta una cierta paz interior y una comprensión común, que es un buen punto de partida para atajar los problemas en un proceso de aprendizaje continuo. Para realizar un análisis integral, deben entablarse conversaciones con todos los miembros de la alianza y también con personas de fuera, como clientes, proveedores y reguladores. Una visión analítica ayuda a poder gestionar la ambigüedad y la incertidumbre.
Buen ojo para las relaciones
Los líderes que se mueven por valores tienen buen ojo para las relaciones y para la colaboración. En las alianzas, la colaboración entre los miembros y socios es esencial. Ello requiere que los líderes de las alianzas basadas en valores sean capaces de reunir a las personas, organizar la cooperación, identificar tensiones y debatir los puntos de conflicto. La cooperación en las alianzas se basa en el compañerismo y en ser capaces de tratar las diferencias partiendo de la confianza mutua. Consiste más en escuchar que en hablar. Para organizar la colaboración, se requiere conciencia social y capacidad para entablar relaciones sociales y crear redes. La comunidad y la conciencia social contribuyen a la confianza mutua y al desarrollo de las personas, los equipos y las organizaciones que forman parte de la alianza.
Desarrollar la resiliencia
En nuestro mundo dinámico y ambiguo, con tantas turbulencias, todas las alianzas se enfrentan a una crisis en algún momento de su vida, que supone una presión para su supervivencia. Por ello, se requiere tener resiliencia y capacidad de equilibrio. La transformación de una alianza supone una doble tarea: por un lado, estabilizar la ejecución de la tarea y, por otra, desarrollar nuevos métodos de trabajo. El primer paso es aportar paz y poner orden en el trabajo estabilizando la situación, comprar tiempo para emprender nuevos caminos e iniciar el proceso de transformación. Se trata de reforzar la identidad de la alianza, expresar sus valores, confirmar la ambición –y ajustarla, si es preciso– y trabajar viento en popa con acciones realistas a corto plazo.
Reforzar el poder de cambio
Tener una visión consciente de los procesos de cambio significa abordar conscientemente las distintas fases de la vida de la alianza y emprender deliberadamente el cambio, si es preciso. Ello significa reunir a sus miembros y trabajar juntos para evaluar la ambición de la alianza y tratar de los factores impulsores del cambio. Cambiar supone movilizar las ambiciones y las motivaciones de las personas que forman parte de la alianza, evaluando la naturaleza y el impacto del cambio, buscando la dirección deseada, eligiendo la estrategia de cambio más adecuada, realizando acciones concretas y reuniendo a los stakeholders. Se trata de reforzar la conciencia de cambio. Esta conciencia contribuye a sensibilizar acerca de qué mueve a las personas y lograr que se impliquen y confíen en el proceso de cambio.
Enfrentarse a las paradojas
La mayoría de las alianzas basadas en valores son alianzas de múltiples partes y muchas de ellas se han convertido en alianzas globales con el fin de incrementar su impacto en la sociedad. Las diferencias entre las partes participantes hacen que la gestión de estas alianzas resulte particularmente compleja. El truco es adoptar las paradojas y las tensiones a la hora de crear y desarrollar las alianzas. Una paradoja consiste en dos perspectivas y acciones relacionadas que entran en conflicto y cada una de ellas tiene su sentido y es defendible. Los gestores y los líderes deben posicionarse en el ámbito de tensión de ambas perspectivas y enfrentarse a la paradoja buscando continuamente el equilibrio entre los dos extremos. Reconocer las paradojas a la hora de establecer alianzas y desarrollarlas puede ayudar a sus miembros a abordar los problemas, las tensiones y las decisiones estratégicas.
Capacidad reflexiva
La perspectiva final es una visión reflexiva de lo que está ocurriendo, incluyendo la consideración de nuestro propio rol en ella como líder y como profesional. Ello requiere una cierta paz interior y una cierta distancia para poder mirar atrás y repasar nuestras experiencias y nuestro comportamiento. Una reflexión atenta supone analizar las experiencias actuales y los patrones que pueden descubrirse en ellas. Una pregunta que sería apropiado formularse aquí podría ser por qué acabamos encontrándonos en la misma incómoda situación una y otra vez. O cuáles fueron las fuerzas que nos impulsaron al éxito que hemos conseguido. Es una cuestión de autoconciencia. La autoconciencia es el arte de comprender nuestro humor, nuestras emociones y nuestra energía, de entender nuestros comportamientos y patrones de conducta, y de tener en cuenta sus efectos sobre los demás. Una mirada reflexiva incrementa la autoconciencia y ayuda a nuestra autoconfianza y a nuestra capacidad de aprendizaje.
Este artículo está basado en el libro de Jaap Boonstra, escrito junto a Marcos Eguiguren: Alianzas estratégicas que crean valor (Profit Editorial, 2023)
Profesor visitante, Departamento de Dirección de Personas y Organización en Esade
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