¿Es el impacto tan ‘material’ como las finanzas en la toma de decisiones?
La medición del impacto es un factor importante para directivos e inversores. Pero, para que sea factible, ha de considerarse un elemento material en la toma de decisiones de inversión.
Las organizaciones son cada vez más conscientes de que es necesario identificar, entender y medir el valor no financiero que generan sus actividades. Medir el verdadero cambio provocado por las acciones de una empresa se está convirtiendo en un objetivo estratégico por derecho propio, y la medición del impacto (MI) es ahora mucho más que una simple herramienta para informar a los inversores.
La MI es un escenario en el que actúan muchos stakeholders, multiples tensiones y diferentes prioridades. Pero, a pesar de las complejidades que implica, existe muy poca investigación centrada exclusivamente en este ámbito rico en matices, especialmente en lo que respecta al vínculo entre la MI y las decisiones de materialidad. Aunque en la literatura sobre contabilidad sostenible se ha tratado la necesidad de ir más allá de la materialidad única para incorporar una mentalidad de doble materialidad, este análisis no se ha ampliado hacia los factores que generan las tensiones relacionadas con la materialidad del impacto en el contexto de la MI.
Con el objetivo de identificar y aclarar las cuestiones implicadas, las investigadoras de Esade Lisa Hehenberger y Chiara Andreoli han realizado una revisión bibliográfica exhaustiva que proporciona una valiosa perspectiva sobre las complejidades del vínculo entre la medición del impacto y las decisiones de materialidad. Su estudio, publicado en la revista Current Opinion in Environmental Sustainability, permite avanzar en los conocimientos académicos y prácticos de este campo y sugiere líneas de investigación para ayudar a comprender y aliviar las tensiones actuales.
El panorama de la medición del impacto es confuso
Desde hace tiempo, las empresas han aceptado que los objetivos de sostenibilidad y la responsabilidad social de las empresas son un elemento esencial de las operaciones y el reporting, pero el concepto de la MI ha recibido menos atención. No ha sido hasta la última década cuando ha empezado a trascender más allá del sector social.
Todavía no hay una legislación coherente en materia de MI y unas normas contables aceptadas a escala mundial
Las fundaciones, las empresas sociales y las organizaciones sin ánimo de lucro han evaluado de forma tradicional cuál es el impacto de sus operaciones con una variada gama de marcos y principios propios. Las herramientas de medición se han utilizado con frecuencia a nivel organizativo y, aunque esto no significa que sean ineficaces, todavía no hay una legislación coherente en materia de MI y unas normas contables aceptadas a escala mundial.
Sin embargo, los inversores y las instituciones financieras han empezado a reconocer y adoptar con seriedad la importancia de la MI y a analizar el papel que juegan para maximizar y optimizar los resultados en la vida de los stakeholders. Hay una serie de herramientas e indicadores disponibles para dicho fin, como el Social Value International, los Impact Reporting & Investment Standards (IRIS+), los Operating Principles for Impact Measurement y el Impact Management Project.
Despejando el camino: iniciar un diálogo con los stakeholders
Para poder medir el impacto, debe estar claro qué se considera un resultado deseable. Y, dado que hay una amplia gama de stakeholders que participan en la búsqueda de la sostenibilidad, cada una con sus perspectivas y prioridades, debe haber un esfuerzo claro por iniciar un diálogo que permita identificar dichos resultados favorables.
En este contexto, la materialidad es cada vez más importante. La materialidad garantiza que las decisiones que toma una empresa, y el impacto de tales decisiones, concuerdan con las perspectivas de sus stakeholders. Sin embargo, al igual que sucede con las directrices en torno a la MI, las necesidades de los stakeholders suelen competir o entrar en conflicto.
Aunque hay investigaciones anteriores que han reconocido este problema, siguen sin entenderse bien las complejidades existentes entre la MI, la materialidad y el compromiso de los stakeholders. Hehenberger y Andreoli han realizado un análisis crítico de la literatura académica en el campo de la MI publicada entre 2020 y 2023 y han identificado los temas de investigación que contribuirán a despejar el camino para resolver las tensiones que hay entre la materialidad y la MI.
Incorporar todas las opiniones
Una premisa básica de la MI es que el valor del impacto de una empresa debe medirse más allá de los simples términos financieros. Una cifra positiva en el balance puede provocar un impacto negativo para una parte interesada externa: la medición del impacto, al igual que sucede con la medición financiera, implica juicios subjetivos y suposiciones.
Para aplicar una actitud integradora en la MI, es necesario considerarla desde la perspectiva de todos los stakeholders, también de los que sufren algún impacto negativo. Únicamente si se comprende este impacto, será posible orientar las actividades organizativas y los objetivos estratégicos a conseguir un cambio significativo y positivo para todos. No obstante, no es algo sencillo.
La medición del impacto, al igual que sucede con la medición financiera, implica juicios subjetivos y suposiciones
Esto implica evaluar sistemáticamente las distintas opiniones de todos los stakeholders y medir eficazmente el impacto de cada acción. Los evaluadores de impacto cualificados, que pueden implicarse de forma significativa con una amplia gama de stakeholders, tienen un papel cada vez más relevante a la hora de evaluar y medir el impacto, y su función es cada vez más importante para orientar la estrategia y las operaciones.
La investigación analizada por Hehenberger y Andreoli demuestra que la participación de los grupos marginados en el proceso de toma de decisiones tiene un efecto positivo tanto para desarrollar la estrategia organizativa como para conseguir que se produzca un cambio social positivo. Realizar nuevos estudios empíricos centrados en cómo es posible integrar esto en el proceso de toma de decisiones de la empresa permitirá avanzar en la teoría de los stakeholders.
La necesidad de contar con normas de dirección
En un campo en el que no existe un único conjunto de normas, la responsabilidad de negociar las demandas contradictorias recae sobre la empresa. Lo que puede generar tensiones entre la presión para tranquilizar a los inversores y la exigencia de desarrollar soluciones innovadoras que satisfagan las necesidades de la sociedad y de los stakeholders externos.
La investigación analizada por Hehenberger y Andreoli destaca que los procesos para superar estos problemas no suelen ser adecuados. Sin embargo, es esencial que las empresas aborden el concepto de la materialidad en la MI desde la perspectiva de los stakeholders a los que afectan negativamente los problemas. Si no se adopta este enfoque, no es posible conseguir que se produzca un cambio significativo.
Es esencial abordar el concepto de la materialidad en la MI desde la perspectiva de los stakeholders a los que afectan negativamente los problemas
Para los inversores, la investigación que analiza de qué forma adoptar distintas normas afecta a los resultados materiales ayudará a influir en sus estrategias de inversión y en el resultado final de sus inversiones. Evaluar el impacto en todas los stakeholders, y no solo los resultados financieros, puede ayudar a dirigir las estrategias de inversión hacia un resultado más equitativo.
A falta de regulaciones y normas, sobre todo para las empresas más pequeñas, las investigaciones que evalúen los enfoques novedosos adoptados con éxito por las empresas serán bien recibidas.
Las futuras investigaciones que analicen los orígenes de las tensiones que surgen y, a la vez, incorporen y tengan en cuenta la diversa gama de perspectivas en juego, pueden ofrecer más ventajas para estudiar un tema que se presta a seguir investigando.
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