Yu Jie: “Para innovar, China necesita perder parte del control político”
Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo, entrevista a la doctora Yu Jie, experta en China, sobre el rol internacional de la superpotencia asiática y sus relaciones con el resto del mundo.
Este podcast ha sido organizado por EsadeGeo en asociación con el proyecto ENGAGE de H2020, financiado mediante el acuerdo de subvención nº 962533.
La profunda reconfiguración del orden internacional en el siglo xxi se debe en gran parte a la aparición de nuevos actores globales, siendo China el más destacado de ellos. En este podcast, Ángel Saz-Carranza, director de EsadeGeo, entrevista a la Dra. Yu Jie sobre los desafíos actuales de China y sus relaciones con el resto del mundo.
La Dra. Yu Jie es investigadora sénior sobre China en el Programa de Asia-Pacífico de la Chatham House. Su investigación se centra en el proceso de toma de decisiones de la política exterior china y su diplomacia económica. Regularmente informa a altos responsables políticos de los gobiernos del G7 y del Fondo de la Ruta de la Seda en Pekín y asesora a destacadas empresas del FTSE 100 y a importantes instituciones financieras europeas sobre el panorama político en China.
Este artículo ofrece una versión abreviada de la entrevista, que puede escucharse en inglés aquí.
¿Cómo es la relación entre China y Rusia en la actualidad?
Ha evolucionado en los últimos diez años, particularmente desde que el presidente Xi Jinping llegó al poder e insistió en aproximarse al Kremlin. Pero la invasión rusa de Ucrania llevó a muchos países de Europa y a los Estados Unidos a preguntarse en qué medida China iba a ser partícipe. Ahora se da una situación extraña porque, por una parte, existe el temor de que China pueda acercarse más a Rusia y constituir una alianza militar formal con ella. Pero, por otra parte, especialmente entre los europeos, había la esperanza de que China pudiera influir en Putin para que se contuviera en su idea de utilizar armamento nuclear. Con todo, el primer cambio significativo que se ha producido en los últimos 18 meses es que, aunque los líderes chinos han declarado que su alianza no tiene límites, la expresión “alianza sin límites” se ha abandonado completamente. El segundo cambio significativo es que recientemente China ha reforzado su relación económica con Rusia debido a su demanda de energía, al tiempo que se ha contenido mucho a la hora de proporcionar un apoyo militar significativo a Moscú. En última instancia, Pekín también está tomando en consideración sus propios intereses, puesto que Rusia es su vecino más importante, y ambos países comparten una frontera de cerca de 4.200 kilómetros. Si China no es capaz de tratar muy bien a Rusia, Rusia se convertirá en una fuente de amenaza para su seguridad nacional. Otra razón por la cual Pekín ha decidido alinearse con Rusia es porque tienen una postura común contra la hegemonía estadounidense.
La Nueva Ruta de la Seda (BRI) ha sido un importante proyecto estratégico para China. ¿Cómo ha cambiado desde sus inicios? ¿En qué punto se halla en este momento?
La Belt and Road Initiative (BRI) no solo ha proyectado la influencia de China, sino que también ha sido objeto de importantes críticas sobre su viabilidad financiera, su sostenibilidad medioambiental y su falta de transparencia. Pekín, además, es muy consciente del desafío que supone tirar adelante la BRI. En primer lugar, no puede seguir confiando en el capital estatal para generar todas las inversiones. En segundo lugar, Pekín también ha reconocido el reto medioambiental que plantea. En tercer lugar, puesto que algunas partes de la BRI implican a países en vías de desarrollo que han padecido las peores consecuencias de la COVID-19, numerosos proyectos radicados en estos países difícilmente podrán seguir adelante. Desde abril de 2019, China no ha invertido nuevo capital estatal en la BRI. Y, por encima de todo, Pekín también se da cuenta de que la demanda de infraestructuras físicas para la BRI se ha reducido mucho desde que lanzó esta iniciativa. En la actualidad, se espera que la BRI se focalice más en los países vecinos de China. Además, existe una nueva iniciativa, la Iniciativa para el Desarrollo Global (GDI), que hace más hincapié en la construcción de una infraestructura digital, en la asistencia humanitaria y en las finanzas sostenibles. La GDI intenta complementar la BRI, y ambas van a requerir una adecuada coordinación entre distintos departamentos del gobierno chino.
En China, existe una tensión entre la necesidad de innovación y desarrollo científico y la idea de un mayor control por parte del partido del país. ¿Cómo funciona esta dialéctica?
Esta es una cuestión de permanente contradicción para el Partido Comunista Chino. La idea de buscar la autosuficiencia científica es una consecuencia directa de la estrategia estadounidense de contención con respecto a China, en particular de su sector tecnológico y su ambición de convertirse en una superpotencia tecnológica. La respuesta de China a la Ley de Chips (Chip Act) y a la Ley de Reducción de la Inflación (Inflation Reduction Act) estadounidenses es el 14.º Plan Quinquenal para desarrollar ciertos sectores en que China podría tener ventaja competitiva. Así, por ejemplo, está intentando desarrollar toda la cadena de suministro de los semiconductores y está trabajando en el diseño propio de los motores de avión. Esto también está relacionado con un cambio en el modelo de desarrollo económico chino, impulsado por la constatación que el país no puede seguir dependiendo del sector inmobiliario para generar PIB. Por ello, está intentando pasar a un modelo impulsado por la innovación tecnológica y la investigación básica. Pero esto requiere un flujo continuo de talento científico chino y extranjero, lo cual permitiría a estos talentos cuestionar la autoridad existente y desarrollar toda una narrativa de pensamiento crítico, que es lo que falta a menudo en China. Esta es su permanente contradicción. China posee la infraestructura financiera para impulsar la innovación según un modelo desarrollado por el Estado, pero es sabido que la innovación surge de desafiar la autoridad existente y, por tanto, requiere perder parte del control político.
Biden y Xi Jinping se reunieron recientemente en San Francisco. ¿Cómo interpretas este encuentro?
Es lo que llamamos un restablecimiento temporal de las relaciones bilaterales más relevantes del mundo. Tanto a Xi Jinping como a Joe Biden les interesa una relación mucho más calmada. La economía china no se ha recuperado como se esperaba, de modo que es necesario calmar a la comunidad empresarial occidental, a la espera de que los inversores extranjeros vuelvan y de que se mantengan los que todavía están. Desde la óptica de Washington, Biden está lidiando actualmente en dos guerras: la invasión rusa de Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamas. Así pues, lo último que necesitaría en este preciso momento la Casa Blanca sería una nueva escalada militar en el Indo-Pacífico. Por tanto, ambas partes tienen mucho interés en encarrilar de nuevo sus relaciones bilaterales. Los numerosos desencuentros de su relación bilateral no pueden resolverse en una reunión de cuatro horas, pero este encuentro es un buen punto de partida para evitar un conflicto que parecía inevitable entre China y los Estados Unidos.
¿Cómo valoras la relación actual entre la UE y China?
Existe una diferencia fundamental entre lo que quiere América de China y lo que quiere Europa. Los Estados Unidos se preocupan de China, pero Europa se preocupa de lo que hace China, en el sentido de si supone un desafío económico importante y si sus prácticas internas están alineadas con los valores normativos europeos. Los europeos quieren prepararse para evitar que China constituya un riesgo para ellos, pero no quieren disociarse de China: he aquí su ambivalencia. Pero yo apostaría a que Europa va a alinearse cada vez más con los Estados Unidos —tengo la impresión de que va a reforzar la coordinación transatlántica frente a China—. Pero podría haber cambios si Trump, u otro presidente de su estilo, regresa a la Casa Blanca. Lo mejor que cabe esperar es que China y Europa no entren necesariamente en un período de Guerra Fría, sino más bien de paz fría.
¿Qué recomendarías que hiciera la UE para mejorar su relación con China?
No estoy en condiciones de hacer grandes recomendaciones, pero pienso que China quiere una relación económica razonable, sin entrar en cuestiones políticas europeas. Además, los chinos esperan que los europeos sean capaces de hablar con una sola voz sobre otras cuestiones —hasta ahora, los Estados miembros están hablando por un lado y las instituciones europeas, por otro—. Si los europeos logran mejorar su coordinación política y enviar menos señales contradictorias a Pekín, este podría ser un buen punto de partida para mejorar sus relaciones bilaterales.
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