La producción local de vino y sus lecciones verdes para la industria global
Un estudio reciente sobre vinicultores en Italia analiza cómo las prácticas ecológicas se abren paso gracias al apoyo institucional, la presión de la sociedad civil y la innovación tecnológica.
Durante los últimos 20 años, la popularidad del Prosecco ha crecido exponencialmente; ahora se venden más botellas de este vino espumoso italiano que de champán y cava juntos. El Valpolicella también tiene un gran éxito mundial, aunque a menor escala, con unas ventas que ascendieron a 600 millones de euros en 2020.
Pero, ¿qué sucede cuando la alta demanda de unos productos que, por su naturaleza, están limitados a una producción regional, obliga a hacer cambios en los métodos de producción? ¿Se convierten los proveedores en víctimas de su propio éxito? ¿O es el medio ambiente el que paga el precio?
Valentina De Marchi, de Esade, y los coinvestigadores Stefano Ponte (Copenhagen Business School), Marco Bettiol y Eleonora di Maria (Universidad de Padua) llevaron a cabo un estudio sobre estos dos populares vinos italianos para averiguar de qué forma la gobernanza horizontal en las cadenas de valor mundiales (CVM) promueve la introducción de mejoras relativas al medio ambiente en los procesos de producción.
En su estudio, publicado en la revista de investigación económica Environment and Planning A: Economy and Space, se detallan importantes implicaciones para la sostenibilidad medioambiental, no solo por lo que se refiere a la producción de vino, sino también a las cadenas de suministro globales.
El doble dilema de la producción vinícola
La industria vinícola no es distinta de cualquier otro sector empresarial en cuanto a la exigencia de responsabilidad social. Reducir el efecto que tienen las operaciones de las empresas en el medio ambiente, al margen de cuál sea el sector o el producto, es un aspecto ineludible de la gestión organizativa.
La demanda del consumidor exige que las prácticas de producción sean respetuosas con el medio ambiente, pero, al mismo tiempo, el creciente coste de la vida hace que los presupuestos se recorten tanto en el ámbito personal como en el comercial.
Los viticultores locales no pueden trasladarse a zonas menos caras para reducir los costes y su impacto ambiental
Adquirir productos locales de temporada reduce considerablemente el impacto medioambiental, pero pocas personas están dispuestas a limitar su consumo a lo que es posible obtener en un radio de alcance reducido desde donde viven.
La cadena de suministro del sector del vino en particular, desde el viticultor hasta los consumidores, es relativamente larga. A esto hay que sumarle el dilema de que la producción se centra en una sola región, que suele ser pequeña. Para los viticultores no es posible trasladarse a una zona menos cara para reducir los costes y su impacto ambiental.
Entonces, ¿qué pueden hacer estas cadenas de valor mundiales para no solo mantener sus prácticas medioambientales sino también mejorarlas? De Marchi y los coautores de la investigación analizaron la producción regional de Prosecco y Valpolicella para responder a esa pregunta.
La presión por el cambio
La mayor visibilidad y el control por parte de los grupos de interés implican que los minoristas y compradores de todo el mundo están sometidos a más presión para garantizar la sostenibilidad que los actores más pequeños de la cadena de suministro. Las estrictas normativas con las que trabajan en la cadena de valor se transmiten verticalmente, pero defensores del medio ambiente, grupos locales y políticos exigen que se asuma una mayor responsabilidad de forma generalizada.
Esta presión horizontal se suma a la dinámica de una mejor sostenibilidad, pero puede provocar cambios en las políticas y mejoras estratégicas. De Marchi, Ponte, Bettiol y Di Maria se centraron en dos distritos vinícolas italianos de la región del Véneto para analizar cómo afectan estas políticas a las comunidades locales y evaluar la importancia de la gobernanza vertical y horizontal en toda la cadena de suministro.
Tras valorar la información de 68 operadores del sector y analizar una gran cantidad de información de seminarios del sector, documentos corporativos, sitios web y asociaciones, los investigadores concluyeron que es posible usar cuatro vías de mejora medioambiental para mejorar la sostenibilidad de la cadena de valor mundial.
1. Certificados de sostenibilidad
En 2016, el Ministerio de Política Agrícola, Alimentaria y Forestal italiano introdujo un programa nacional de certificación que define una serie de prácticas agrícolas acreditadas por auditores externos.
El Sistema Qualità Nazionale Produzione Integrata (Sistema Nacional de Calidad de Producción Integrada) o SQNPI, se refiere a los viñedos y otorga certificados tanto para la uva como para el vino embotellado. El consorcio de la Denominación de Origen Controlada y Garantizada (DOCG) Prosecco se ha marcado el objetivo de que, en 2029, el 100% de los agricultores consigan tener el certificado SQNPI.
Existe una segunda certificación, Equalitas, cuya finalidad es abarcar la sostenibilidad económica, social y medioambiental integrando la gestión de la producción, la comunicación con los agentes y las buenas prácticas. Ofrece tres tipos de certificaciones: para la explotación, para el vino y para la denominación geográfica.
Aunque la certificación Equalitas es prioritaria para los miembros de la DOCG Prosecco, hasta ahora solo la han obtenido tres productores de Valpolicella.
Hay otros sistemas de certificación, como la World Biodiversity Association, creada en 2004 para valorar qué impacto medioambiental tienen los procesos de producción. El Ministerio de Transición Ecológica de Italia también ha introducido un programa de certificación para los productores de vino, que contiene especificaciones para conseguir un rendimiento sostenible por lo que se refiere a la calidad del aire, el agua, el territorio y el viñedo. Sin embargo, a principios de 2023, solo habían obtenido la certificación 154 productores de vino de Italia.
En cuanto a la aceptación de sistemas de certificación más antiguos, como los de producción biodinámica y ecológica, han tenido una aplicación limitada en estas dos regiones vinícolas.
2. La vuelta a la tradición
Los pequeños productores suelen mencionar los métodos tradicionales de producción que utilizan. Esto implica, por ejemplo, un menor uso de productos agroquímicos, la vendimia manual, la eliminación de cuerdas de plástico en las viñas en favor de productos biodegradables, y la restauración y mantenimiento de paredes secas para fomentar las poblaciones de insectos que reducen las plagas dañinas de forma natural.
Algunos productores explican que permiten que la hierba y las flores silvestres crezcan libremente para ayudar a mantener un equilibrio natural y la biodiversidad del ecosistema, lo que hace que no sea necesario aplicar herbicidas.
Aunque puede que estos métodos no sean adecuados para la producción a gran escala, los métodos tradicionales 'de abajo a arriba’ se siguen defendiendo con vehemencia, y tanto los compradores como los consumidores directos aprecian los métodos de producción vinícola sostenibles de forma natural.
3. Innovación tecnológica
En el otro extremo del espectro, el interés de los grandes productores se centra en las innovaciones tecnológicas para mejorar la sostenibilidad. Los vehículos de bajas emisiones, el uso de paneles solares, los envases biodegradables y la utilización de abono orgánico son objetivos evidentes para reducir el efecto negativo que tiene la producción de vino en el medio ambiente.
También se está haciendo uso de variedades de uva resistentes a las plagas más comunes, de máquinas de pulverización de precisión y de la defoliación mecánica para mejorar la gestión del rendimiento, con el fin de intentar mejorar la producción sostenible.
4. Vertebrar la política local
La política local desempeña un papel fundamental en la producción sostenible. Las comunidades que viven en las regiones vinícolas son las que sufren directamente el impacto de las prácticas medioambientales perjudiciales. Además de las implicaciones para la salud de las fumigaciones químicas, la expansión de los territorios vinícolas también puede afectar a las zonas silvestres y forestales.
En 2016, tras emitirse en Italia un documental sobre el impacto negativo de los pesticidas con los que se había fumigado una zona principal de la DOGC del Prosecco, las protestas a nivel local generaron un cambio en las normas que pasaron a ser más exigentes que las del resto de Italia y Europa. Este nivel de activismo local ha reformado las normativas y las prácticas de producción directamente de Prosecco e indirectamente de Valpolicella, lo que tal vez sea una de las señales más claras de los beneficios de la gobernanza horizontal.
El tamaño sí que importa
En cada una de las cuatro vías identificadas por los investigadores, el tamaño del productor y el volumen de su producción desempeñan un papel claro en cuanto a los métodos que utilizan para mejorar la sostenibilidad.
Los productores más grandes quieren contar con innovaciones tecnológicas que les permitan seguir produciendo a escala. Mientras que los productores más pequeños defienden sus métodos tradicionales, lo que los lleva de forma natural a proteger la biodiversidad y la ecología.
La gobernanza horizontal desempeña un papel en la sostenibilidad más importante de lo que se pensaba
No obstante, el estudio muestra algo: existe un claro consenso en cuanto a que las prácticas sostenibles han de ser proactivas, cooperativas y, sobre todo, eficaces.
Esta gobernanza horizontal trae consigo ventajas tanto para los productores como para los consumidores. Aumentar la visibilidad a escala local y mundial, invertir en investigación y tecnología e implicar a los consumidores en el proceso (lo que es especialmente pertinente en el sector vitivinícola debido a la floreciente moda del turismo gastronómico) son elementos esenciales para el éxito.
Mediante el estudio de dos regiones vinícolas, De Marchi, Ponte, Bettiol y di Maria demostraron que la gobernanza horizontal desempeña un papel más importante de lo que se pensaba en la sostenibilidad y que es posible aplicarla con éxito en cualquier sector.
Profesora titular, Departamento de Sociedad, Política y Sostenibilidad en Esade
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