La capacidad de asombro es esencial para mantener el pensamiento crítico, la visión y la ilusión. También nos permite cuestionarnos nuestras creencias e inercias.

David Reyero

Si algo caracteriza a nuestra sociedad hipertecnológica es la multiplicación de estímulos y canales de comunicación. Muchos datos que no siempre van acompañados de más claridad, de mayor reflexión, de análisis más profundos y certeros ante una realidad crecientemente compleja o más innovación. 

Tanta información, tanta experiencia acumulada y tantos gurús nos pueden abocar al “síndrome del experto”, que es uno de los vicios que mata la creatividad, como nos recuerda Jordi Collell.  

Esta patología afecta a profesionales que dominan mucho una materia y han perdido (consciente o inconscientemente) parte de su frescura y capacidad de asombro. Actitudes que suponen un claro riesgo para la competitividad e innovación, al aplicar sistemáticamente respuestas del pasado a problemas que pueden requerir nuevas soluciones.  

Beneficios del asombro

Sin asombro perdemos pensamiento crítico, nuevas visiones, mentalidad de aprendiz, energía e ilusión. Ingredientes clave para innovar y, sobre todo y todavía más importante, para sentirnos más vivos, felices y plenos. Diversos estudios vinculan asombro con compasión y gratitud, factores fundamentales para una vida más saludable y plena. 

Dacher Keltner nos relata en su libro Asombro: La nueva ciencia del asombro cotidiano y cómo puede transformar su vida como es una emoción que puede entrenarse, nos ayuda a reducir estrés y puede aumentar nuestro bienestar y equilibrio emocional.  

El asombro potencia nuestra humildad, al hacernos más conscientes de la “percepción de inmensidad del mundo”, algo que nos desafía a replantearnos nuestras ideas previas y ganar perspectiva. 

Volver al asombro para vivir e innovar

El filósofo José Carlos Ruiz afirma con acierto que “hay que volver al asombro para que aflore nuestra curiosidad y a partir de ahí tengan la necesidad de generar un cuestionamiento de nuestras creencias e inercias”.  

Dos ejemplos claros son la irrupción inesperada de la pandemia o la exponencial subida de los tipos de interés. La información abundaba, pero faltó claridad. Muy pocas personas anticiparon estos dos tsunamis y fueron capaces de “conectar los puntos”, con sus nefastas consecuencias sanitarias y económicas. 

Catherine L'Ecuyer nos anima a Educar en el asombro a nuestros hij@s y limitar la tecnología para reducir su distracción, ya que es enemiga del asombro.  

En el mundo laboral el asombro nos ayuda a recuperar nuestra potente creatividad infantil, evitar la autocomplacencia, facilitar el sano inconformismo y acoger nuevas ideas con apertura mental y seguridad psicológica. 

El asombro es un desafío al estatus quo que amplia nuestra mirada, nos anima a elegir el camino desconocido y es un pilar de la innovación con impacto

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